El gran elector va a ser la Economía, que pasará a nuevas manos no idóneas y yacerá después traumatizada, debido al cortoplacismo en el manejo fiscal y un futuro irrealizable
 
El Ecuador del presente vive una realidad política compleja: la dispersión ideológica, debido al aparecimiento de movimientos políticos de última hora a favor de figuras y movimientos políticos de última hora, a favor de figuras y organizaciones pequeñas que aspiran a conseguir la votación ciudadana, y persiguen cumplir todos los requisitos y ser favorecidos con la votación ciudadana.
 
   Así, se enfrentan los candidatos con bases sólidas, como Guillermo Lasso, Cynthia Viteri, Paco Moncayo y los movimientos de última data: como el del Prefecto Jimmy Jailara, el del ex Canciller Zuquilanda, el señor Bucaram Puley, etc. Por lo tanto, se ha producido una fragmentación política e ideológica lamentable, que no favorece a los verdaderos líderes nacionales sino a los aventureros político-electorales que también aspiran alguna clase de poder.
 
   Mientras tanto, la figura bondadosa y oficial del economista Lenin Moreno Garcés, revestida de un rostro amable, encarna lamentablemente el mismo modelo concentrador del Presidente Rafael Correa. Se burlará de la participación aparentemente legal, sin que sus planteamientos, carentes de novedad alguna, dejen advertir una inexistente formación económica.
 
   Porque el gran elector va a ser la Economía, que pasará a nuevas manos no idóneas y yacerá después traumatizada, debido al cortoplacismo en el manejo fiscal y un futuro irrealizable. Realidades que serán la pesadilla más cercana a la verdad que tendrá que afrontar el Ecuador de mañana.
 
   Las características de las campañas iniciadas van a incidir en nuestra realidad, porque la fuerza política de Alianza País, la potencia de la acción del Estado, la precariedad de la economía resultado de aquellas decisiones estatales no han sido analizadas debidamente por los partidos y movimientos políticos, constituyendo una real amenaza para la democracia.
 
   Debemos entonces sostener que la política oficial ha funcionado y ha dado potencia al partido Alianza País. Los demás partidos y movimientos han ignorado esa realidad, omitiendo integrar en un solo movimiento democrático y serio las otras fuerzas democráticas que discrepan del modelo gubernamental y que nos hace presagiar un futuro político-administrativo similar o peor al que hoy vivimos.
 

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