Graciela Tiburcio, en primer plano, y Carla Díaz, en la redacción del medio digital peruano Wayka. Su investigación sobre presuntos delitos de fraude y legitimación de activos de grupos evangélicos en Perú, desató una campaña de amenazas en su contra. Crédito: Mariela Jara/IPS

   “Estas manifestaciones contra libertad de prensa no son hechos aislados, corresponden a conductas y actitudes de partidos políticos como el de Fuerza Popular y su lideresa, a quienes les mortifica que periodistas independientes expongan hechos que les son molestos”

LIMA (IPS) - “Las amenazas llegaron a través de mensajes directos a mi Facebook personal, eran ataques homofóbicos, misóginos, machistas, racistas”, resumió la periodista Graciela Tiburcio, del portal digital Wayka, que surgió en Perú hace cuatro años, como un medio comunitario independiente sin fines de lucro.

   Los primeros días de noviembre, Tiburcio y sus colegas Carla Díaz y Katya Zevallos recibieron a raíz de sus investigaciones periodísticas, una andanada de comentarios ofensivos desde tres páginas de Facebook vinculadas a grupos evangélicos: Movimiento vida y familia, Perú defiende la familia e Ideología de género no va. Las atacaban por ser las autoras de “Negocios de fe”, una investigación de varias entregas publicada en Wayka, que reveló los indicios detectados por la Policía Nacional de legitimación de activos y recaudación y manejo irregular de fondos por parte de los grupos evangélicos Agua Viva y Movimiento Misionero Mundial.

   La investigación puso el foco sobre la movilización multimillonaria de fondos de esas congregaciones, en varios casos con evidencias de irregularidades, que van de adquisiciones opacas de inmuebles, uno de ellos por seis millones de dólares, hasta la presunta legitimación de activos. Los pastores de los dos grupos evangélicos habían gozado hasta ahora de un manto de impunidad, como evidenció Wayka al desempolvar que una fiscal archivó en 2016 una investigación contra uno de ellos pese a las evidencias aportadas en su contra por la policial Dirección de Investigación de Lavado de Activos.

   Pero las revelaciones de “Negocios de fe” desencadenaron que sus pastores sean nuevamente investigados por la policía y el Ministerio Público (fiscalía), mientras también se reabrió el caso archivado el año pasado. Unas actuaciones que generaron críticas agresivas en los medios digitales y convencionales adeptos a esos grupos evangélicos.

   “Siento que atacan mi trabajo, las identidades que tenemos, por ser mujeres, jóvenes, activistas, pero no el contenido de la investigación, que es una revelación de hechos acompañada de entrevistas a especialistas y funcionarios públicos. El mensaje que me dejan es que estos grupos tienen mucho que esconder”, comentó la periodista Díaz.

   Ella es una de las ocho profesionales que integra el equipo de Wayka, una iniciativa de un grupo de periodistas que en el 2013, ante el agravamiento de la concentración de medios privados en el país, cuestiona la mercantilización de la información y apuesta por un periodismo comprometido con la democracia participativa, la defensa de los derechos humanos y el bien común. Su director, José Carlos Lama, recordó que arrancaron con una colecta internacional a través de Internet. Desde entonces han ido creciendo poco a poco, siempre con la perspectiva de asumir la información como un derecho humano.

   Antes han vivido como medio algunas amenazas anónimas, pero ninguna con el nivel de intensidad desplegado hacia las tres colegas. “La diferencia es que los ataques se han dirigido a las periodistas que firmaron las investigaciones, las han expuesto en algunas páginas de Facebook con su perfil personal, poniéndolas en riesgo explícito”, afirmó.

    Lama consideró que además es un ataque con sesgos de género, que se entrecruzan con elementos de discriminación racial y el rechazo al feminismo y a los derechos de la población con diversidad sexual, aspectos que forman parte de la vida de las periodistas amenazadas.

“Eso lo hemos evidenciado en el comunicado de respaldo que sacamos inmediatamente. Nos preguntamos en el equipo qué hubiera pasado si los informes lo firmaban periodistas hombres, probablemente los ataques serían de otra naturaleza”, contó Lama.

El trabajo de investigación puso también en el tapete los nexos entre las agrupaciones evangélicas y la derechista Fuerza Popular, el partido político que encabeza Keiko Fujimori, al que apoyaron de manera sostenida en la última campaña electoral.

En esas elecciones,  la hija y heredera del régimen de Alberto Fujimori (1990-2000) perdió en segunda vuelta en 2016 contra el actual presidente, Pedro Pablo Kuczynski. Pero lidera la oposición, apoyada en una mayoría absoluta de su partido en el legislativo Congreso. Ese respaldo  es un rasgo que destaca el periodista Ángel Páez, jefe de la Unidad de Investigación del diario La República, de línea progresista, para quien las amenazas a Wayka son parte de un continuum del accionar del fujimorismo y grupos vinculados a esta fuerza política.

   “Estas manifestaciones contra libertad de prensa no son hechos aislados, corresponden a conductas y actitudes de partidos políticos como el de Fuerza Popular y su lideresa, a quienes les mortifica que periodistas independientes expongan hechos que les son molestos”, dijo el prestigioso periodista. “Es una línea de conducta que caracterizó al régimen fujimorista en los noventa y que hereda Keiko”, subrayó. Agregó, además, que las iglesias evangélicas denunciadas buscan, con el apoyo a Fuerza Popular, lograr cobertura política para sus aspiraciones políticas.

   “Y por eso quieren acallar el trabajo de Wayka porque está investigando sobre los orígenes del millonario financiamiento de sus actividades en base a información que proviene del Ministerio Público y de la policía especializada en lavado de activos” precisó.

  Páez vivió en carne propia, en la década de los 90, las amenazas del régimen de Fujimori y su hombre fuerte y jefe de inteligencia, Vladimiro Montesinos, por sus persistentes investigaciones sobre hechos de corrupción en ese régimen. Tuvo que resistir a campañas de difamación, amenazas de muerte, procesos judiciales y otras medidas. “Si algo aprendí es que a cada intento de amedrentamiento respondíamos con más investigación, pero siempre salvaguardando nuestra seguridad porque más vale periodista vivo que periodista silenciado”, refirió Páez, también integrante del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación.

La seguridad es un tema que Wayka ha tocado de forma colectiva, en equipo. Y si bien hay una afectación psicológica producto de la violencia hacia las tres periodistas, han logrado hacer contención grupal y se han reafirmado en continuar con su línea de trabajo.

“Cuando defiendes un tema que los grupos antiderechos consideran incorrecto te van a atacar, eso lo he vivido como activista. Y ahora estos ataques no me van amedrentar porque sería retroceder. El trabajo de investigación es riesgoso y nos preparamos para afrontar estas situaciones”, señaló Tiburcio.

Esta convicción es parte del nuevo soplo que caracteriza nuevos emprendimientos periodísticos que como Wayka están rompiendo el cerco de la concentración de medios y contribuyendo a la pluralidad informativa.

“No nos hubiésemos enterado de un cúmulo de casos de relevancia social si no hubiera sido por la cobertura de estas plataformas que tienen una agenda propia, a diferencia de la industria de los medios, sumergida a menudo en la endogamia informativa”, puntualizó Mario Munive, docente y coordinador de la Especialidad de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica de Perú.

   En su opinión, este nuevo periodismo está logrando algo sin precedentes: investigaciones de largo aliento, de carácter global y colaborativo, con la participación de profesionales de distintas disciplinas. “Esto demuestra que el mejor periodismo se hace ahora fuera de la industria de los medios, es digital y su propósito no es lucrar o convertirse en un actor político”, dijo el académico. 

   Ese nuevo periodismo, remarcó Munive, “surge para servir a los ciudadanos, para enfocarse en los temas de interés público y reivindicar una antigua idea de raíz liberal que por estos días cotiza a la baja en las redacciones tradicionales: ser el ‘perro guardián’ de la sociedad”.

 

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