Quien diga “prevee” está confundiendo prever con proveer, que en la misma persona hace: “él provee”. Otro error frecuente es conjugar como irregular un verbo regular. Es lo que le pasa al verbo templar, que no hace como temblar, yo tiemblo, sino yo templo; innovar tampoco se conjuga como renovar, ellos renuevan, sino ellos innovan
Es probable que a más de un lector le haya sorprendido el tema abordado en la columna anterior sobre el mal empleo del español en los espacios públicos del país. A primera vista, podría efectivamente considerarse anticuada la preocupación sugerida por el uso poco decoroso del lenguaje en el mundillo político oficial, cuando lo que de veras le interesa este momento al hablante común es el asunto de la corrupción en el manejo de los recursos estatales.
Es conveniente, entonces, insistir en la idea de que el descuido en el lenguaje es indicio de un innegable deterioro social. ¿No es prueba evidente de laxitud mental, como para dudar de quienes se refieren a tan grave problema, cuando se altera, en el discurso público, la integridad de las simples vocales mediante la eliminación y la duplicación de los sonidos, o bien convirtiendo los hiatos en diptongos, y viceversa? Ocurre esto si alguien que no es una persona cualquiera, sino un importante personaje digno de ser entrevistado por la televisión, dice forzan en vez de fuerzan; apretan en vez de aprietan; coímas en vez de coimas; prevee en vez de prevé, o incurre en otras fallas más o menos veniales apuntadas en el comentario anterior.
¿Por qué pronunciar aprietan si es más fácil decir apretan?, preguntará algún escolar abnegado. Si hay para el verbo un vocablo familiar que diptonga, respondería el profesor, aquel también lo debe hacer en el presente, salvo en la primera y la segunda personas del plural; de modo que si nadie se halla “en un apreto”, sino en un aprieto, al presente de apretar le corresponde “yo aprieto, ellos aprietan”, aunque en rigor el botón de un aparato no se aprieta sino se toca o, mejor aún, se pulsa. Procedimiento similar es aplicable a otros verbos, como forzar, volcar, por su proximidad, en estos casos, con los sustantivos fuerza y vuelco (no volque).
¿Por qué esforzarse en pronunciar prevé si es más fácil decir prevee? Es obvia la razón, pues se trata de una forma compuesta del verbo ver, y tan correcto es “él ve” como “él prevé”. Quien diga “prevee” está confundiendo prever con proveer, que en la misma persona hace: “él provee”. Otro error frecuente es conjugar como irregular un verbo regular. Es lo que le pasa al verbo templar, que no hace como temblar, yo tiemblo, sino yo templo; innovar tampoco se conjuga como renovar, ellos renuevan, sino ellos innovan.
Pero fue un descuido poco digno de indulgencia el no haber ganado espacio, en el artículo anterior, para precisar la razón por la cual se criticaban frases sueltas de esta guisa: “Habemos funcionarios con manos limpias”, “En nuestro bloque han habido muchísimos avances”, y otras linduras más recientes: “Hubieron bastantes millones”, “No hubieron los fundamentos para iniciar el juicio”. Si bien en aquella desaprovechada ocasión se afirmó que el verbo haber se había despojado de sentido para obrar como verbo auxiliar en los tiempos compuestos, se omitió señalar también que dicho verbo se había inmovilizado en la tercera persona singular, como verbo impersonal, es decir sin sujeto, cuando significa estar, ocurrir, verificarse; de tal manera que en las frases registradas hay que corregir el verbo haber poniéndolo en singular, porque el error consiste en haberlo concordado con lo que los escolares de antaño denominaban Complemento Directo. Así se ha rehabilitado últimamente el mismo personaje que el mes anterior había dicho: “Habemos funcionarios con manos limpias”, cuando ahora acaba de expresar sin vacilaciones: “En el caso del Contralor hubo evidencias”.
Aunque don Manuel Seco afirmaba en su “Diccionario de dudas y dificultades“ que este modo de poner en plural el verbo haber es un fenómeno que se da en España, principalmente en el área del Catalán, es probable que entre nosotros el problema se haya generalizado por haberle restituido al verbo haber el sentido de “tener” que poseía en latín, cuya expresión universalmente conocida es “Habemus Papam” (tenemos Papa) pronunciada por el cardenal de la Iglesia católica que, asomado al balcón principal que da a la plaza de San Pedro, anuncia con alborozo la elección de un nuevo pontífice. ¿No será que diez años de haber visto salir humo blanco del palacio de gobierno nos han habituado a usar el verbo haber en la primera persona plural del presente?, cabría preguntarse confiando en la sinceridad con que el señor Presidente de la República ha declarado que “…la crítica es el asesoramiento gratuito que tenemos los gobernantes”.