La imagen del Presidente Lenín Moreno, sereno, con un tono de voz tranquilo y abierto a escuchar los pareceres y opiniones de los ecuatorianos, ha logrado que la gente empiece a reunirse con él y le exprese las inquietudes, sin ningún tropiezo, porque todos necesitamos ser escuchados, manifestar discrepancias y clarificar los asuntos trascendentes que esperan respuestas y soluciones
Después de las últimas elecciones que tuvimos en el Ecuador, para todos fue un alivio el triunfo del Presidente Lenín Moreno, porque se cerró un capítulo lleno de tensiones políticas y de un ambiente nacional bastante enrarecido.
Estábamos cansados de las permanentes controversias y anhelando que las ambiciones de toda índole que no lograban consensos o producían inconformidades, fomenten un clima de tensiones nada gratas para el avance del país.
La imagen del Presidente Lenín Moreno, sereno, con un tono de voz tranquilo y abierto a escuchar los pareceres y opiniones de los ecuatorianos, ha logrado que metódicamente la gente empiece a reunirse con él y le exprese las inquietudes de diferentes sectores del país, sin ningún tropiezo, porque todos necesitamos ser escuchados, manifestar nuestras discrepancias y cuestionamientos, y clarificar cuáles son los asuntos trascendentes que esperan respuestas y soluciones positivas.
El hecho mismo de intercambiar palabras y posiciones de los distintos sectores sociales, ha dado forma otra vez al clima sereno aminorando la tensiones y discusiones que no hallaban comprensión. Al fin se va a remozar el ambiente que no tuvo nada de positivo.
Es difícil inaugurar una nueva etapa, cuando algunas decisiones deben revisarse y optar por un sendero realmente democrático y de paz.
Para eso se ha generado ya otro ambiente, donde la palabra serena, el mensaje directo, el tono conciliador y equilibrado y el pedido de realizar reuniones sistemáticas con los diferentes sectores empresariales, políticos, sociales para aclarar conceptos, sugerir cambios y rectificaciones y, sobre todo, dar inicio a un clima tranquilo, en el que todo sea revisado, aclarado con una actitud conciliadora para volver al estado de tranquilidad y de consensos sin los cuales es difícil hacer Patria.
El compromiso de todos los ecuatorianos deberá ser tender puentes y consensos en los que no se olvide ni se pospongan soluciones inmediatas a los asuntos medulares, entre ellos utilizar los presupuestos en obras que realmente demanden los distintos sectores del país, haciendo que la corrupción, que nos tiene preocupados, sea desterrada por los ecuatorianos.
Ojalá que alcancemos estos primeros propósitos para tranquilidad del país y de sus gobernantes.