Manuel Jesús Serrano, muerto en abril de 1957, es recordado sesenta años después como un maestro de la fotografía más que profesional de la Medicina. Prefirió dejar a la posteridad vívidas imágenes de personajes, lugares y hechos de su tiempo, en vez de certificados de defunciones
 
Alba, primera nieta, lo recuerda como personaje de bondad en su infancia, llevándole por las calles o alrededores de Cuenca, donde captaba fotos de gentes, edificios, templos y paisajes, como había hecho ya por cuatro décadas, desde que descubrió la magia de sus cámaras para dar permanencia a los seres y cosas pasajeras: las fotos prolongan más que las medicinas el paso de las vidas.
 
   Manuel Jesús, nacido en Guayaquil en 1882, estudió Medicina en la Universidad de Cuenca, donde se graduó en 1908. Dos años anduvo ejerciendo en esta ciudad, en Loja y  Guayaquil, las penalidades del profesional aprendiz, hasta instalar una botica en la esquina de las calles General Torres y Sucre, a la que llamó Botica Alemana, porque la casa Bayer, del país europeo, le proveía los productos.
 
   Entonces se quedó por vida en Cuenca, donde contrajo matrimonio con Hortensia Miranda. Por esos tiempos, la farmacéutica que le enviaba las medicinas, en premio por sus servicios, le obsequió un artefacto que le marcaría la vida: una cámara fotográfica, desde entonces la pasión de sus días. Cuando en los laboratorios fotográficos AGFA conocieron de su arte, se los enviaron de cortesía los materiales, para promocionarlos.
 
   Eran tiempos en los que la devota Cuenca empezaba tarde a vivir el siglo XX, con los primeros automóviles, la energía eléctrica, la provisión de agua entubada, el primer banco, la llegada del primer avión en alas del piloto Elia Liut, así como la pasión por la poesía en la Fiesta de la Lira o lo coronación con laureles de oro al poeta Remigio Crespo y años más tarde, a la Virgen Morenica del Rosario. La Catedral Nueva crecía en altura, como una montaña de ladrillos, que predecía la majestuosidad de una obra emblemática como el escudo o los ríos que identifican a la ciudad de hoy.
 
   También recorrió, la cámara con manguera y trípodes al hombro, por cantones y pueblos del Azuay y Morona Santiago, copiando rostros, iglesias y paisajes en negativos que los procesaría en su estudio, instalado en la esquina sur oriental del parque Calderón, donde permaneció hasta los años 20, que fue al Pasaje León, frente a la Plaza San Francisco, hasta 1956, un año antes de morir con el cáncer de estómago que  él, como médico, lo sabía incurable. Con un auténtico arte de magia de su cámara oscura milagrosamente surgían como estampas relucientes las imágenes vistas con curiosidad de viajero de entonces y del futuro.
 
Alba Serrano Hinojosa conserva como reliquias estas fotos: en una está, mimada, con su abuelo. En otra, en un balcón del Pasaje León, donde él tenía su estudio fotográfico.
Ahora, ella es tres veces abuela.
 
   Los abundantes testimonios fotográficos de Manuel Jesús Serrano Serrano son tesoros que crecen en valor con el paso del tiempo. Además, todo lo captó desde ángulos que engloban entornos de más allá del enfoque fotográfico, creando referentes históricos para los tiempos venideros.
 
   El fotógrafo Serrano tuvo un único hijo, César Serrano Miranda –hoy de 94 años-, personaje destacado de Cuenca, que no siguió los senderos asombrosos del progenitor, pues escogió hacerse abogado de los tribunales de Justicia  que en tempranos años fundó la Federación Provincial de Trabajadores del Azuay (FPTA), con la que lideró grandes batallas en defensa de los derechos laborales, cuando atreverse a transitar esos caminos era riesgoso y conflictivo. 
 
   Del pionero fotográfico de Cuenca –antes hubo otro Manuel Jesús, apellidado Alvarado, que a fines del siglo XIX montó el primer taller de fotos de la ciudad y dejó también extraordinarias reliquias de su tiempo- quedan Alba, Bolívar y Gloria, hijos de César, el hijo único, más siete nietos y una decena de bisnietos que admiran con orgullo al ya distante antepasado.
 
   El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador ha adquirido alrededor de cinco mil negativos de las fotos captadas por Serrano y numerosas están incorporadas al programa Memoria del Mundo, de la UNESCO, que exhibe fotografías escogidas por su antigüedad y originalidad en un espacio de tecnología digital a la vista en cualquier lugar del mundo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Villa Roselena, en la avenida Solano,
bien patrimonial hace poco derruido, donde está hoy el Hotel Valgus.
 

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