Se dice que Borges no entendía la política. Y que, por eso, no se interesó en la problemática social argentina y latinoamericana Falso. Para demostrar lo contrario, basta su penetrante observación sobre los peronistas: No son ni malos, ni buenos; son incorregibles… Así, señaló dos condiciones notorias de dichos políticos: la amoralidad y la inconsciencia
B orges era, sin duda, un individuo completamente excepcional: muy sofisticado, muy penetrante, muy intuitivo… Y, si no fue un genio, estuvo cerca de serlo. Abordémoslo pronto; y usemos, para ello, un artificio eficaz: el lenguaje metafórico. Un intelectual talentoso y hábil -- digamos un autor del BOOM LATINOAMERICANO -- podría ser tipificado y analizado con los espacios de una cuadrícula. (Amplia y detallada, si es preciso.) Pero siempre, de tal modo, nos quedaríamos en el campo de lo bidimensional. Y, -- siendo así -- para Borges, el artificio no serviría: ¿Por qué? Pues, porque él era, notoriamente, pluridimensional; o, si se quiere, -- y valga la insistencia en similaridades -- multifacético y volumétrico. Pongámonos dentro de sus propias preferencias e imágenes: Borges sería como una esfera compuesta por decenas de espejitos planos: Es decir, mostraría toda esa luminosidad exterior; además, por supuesto, de toda la invisible tiniebla interior. (Tiniebla que -- constituyendo, por sí misma, un pequeño submundo -- poseería, también, una enorme riqueza de sustancia, misterio y significaciones.) ¿Acertamos más o menos? Bueno… En todo caso, adelante.
Hay que concretar y precisar. Borges no se acercaba a la perfección. Hasta los genios tienen sus defectos. Ejemplo: El gran autor no era ni muy laborioso, ni muy sistemático. Por esta razón, nunca escribió una novela. No hizo, tampoco, una tesis doctoral. (Único título de estudios: bachiller…) Detalle atinente: Con frecuencia, su estilo resulta algo desprolijo. Y -- como cualquier otro mortal -- Borges usó, a veces, lugares comunes; y profirió uno que otro desatino. Y, en lo personal, desde luego, tenía sus carencias, sus caprichos y sus frustraciones… Además, -- hecho que, por supuesto, no depende de él -- está sobrevalorado: Se ha convertido en uno de esos varios mitos argentinos. (Y, así, -- por tan aleatoria tangente -- se escapó de su medio; de sus realidades propias, objetivas y concretas.) Pero, -- aun con todo lo dicho -- Borges es Borges: superior, notabilísimo… / Avanzamos… Y, ahora, -- para desarrollar el tema de la incomunicación -- tratemos unos pocos asuntos; que pueden perfilarla o delimitarla.
El escritor argentino Jorge Luis Borges |
Se dice que Borges no entendía la política. Y que, por eso, no se interesó en la problemática social argentina y latinoamericana. (Otra vez: R. Follari, por ejemplo.) Falso. Para demostrar, justo, lo contrario, basta su penetrante observación sobre los peronistas. (No son ni malos, ni buenos; son incorregibles…) Al expresarse así, señaló dos condiciones notorias de dichos políticos: la amoralidad y la inconsciencia. Expliquémoslo. Son demagógicos; es decir, suelen ser desaprensivos, calculadores, oportunistas, despiadados, cínicos, hipócritas… Aprovechan políticamente la pobreza; usan al pueblo bajo y abusan de él… (Algo más: Borges -- aun por propia experiencia: lo ofendieron y lo menospreciaron -- no podía ignorar esto. Pero, a pesar de todo, prefirió dejarlo de lado y destacar la faceta subjetiva de ellos: Son, oscuramente, elementales e ingenuos…) Acentuó, pues, el hecho de que no se dan cuenta de su maldad; de que no son capaces de criticarse. Y, así, -- claro -- resultan incorregibles. No aprenden. Borges, entonces, estaba mostrando -- de manera paladina -- la estupidez “estructural” de este grupo político; y a eso, precisamente, apuntaba su crítica. (Acordarse: El socialista revolucionario -- el “perfecto idiota latinoamericano” -- tiene, también, la misma negativa cualidad…) Agregado: Con una sola frase, Borges condenó la tontería política de su tiempo. (Hay, efectivamente, unas o muchas tonterías políticas y sociales… / Nótese, a propósito: Él trabaja con un sintetismo muy vigoroso, al estilo de Nietzsche.) Y, para este fin, tampoco necesitó ser un analista político. (Oficio para otras firmas: Vargas Llosa, Fuentes, Edwards Bello…)
¿Y la religión? Una vez, en Roma, le habían preguntado a Borges si quería visitar al Papa. Respuesta: El Papa es un funcionario que no me interesa… / ¿Arrogancia? No. Borges era, más bien, modesto; y, hasta, podía ser humilde… Pero, en estas cuestiones, era muy escéptico. Y, -- viene bien aquí -- nos acordamos de Bertrand Russell. (Un día, este buen inglés sintió la necesidad de explicar sus ideas religiosas. Y escribió un librito de título manifiesto: POR QUÉ NO SOY CRISTIANO. Es interesante y convincente…) De nuevo: Tampoco, en este caso, Borges necesitó, como otros, apelar a un procedimiento usual. Sólo dijo -- hablando de la Teología -- que Dios era el mayor invento de la literatura fantástica… Entonces, las creaciones y los agnosticismos son argumentos de una especial narrativa; nada más… Para quién así piense-- y piénselo usted -- ¿qué importancia pueden tener las religiones? Muy poca; apenas la que le den sus propios fieles… ¿Y el Papa? No hace falta responder… Por lo tanto, no hay menosprecio. Hay, sólo, coherencia. Al modo de las personas honradas, ilustradas y dignas, Borges respetaba a los creyentes, como prójimos, como ciudadanos; y comprendía, desde luego, los parciales valores sicológicos y sociales de las religiones… Pero, hasta ahí nomás. En lo restante, procedía con entera libertad y pleno discernimiento; y hablaba sin ambages; y no otorgaba callando…Y, claro, así, no podía juzgar positivamente unas comunes, crudas, simples y, aun, contradictorias creencias… (Hizo igual con otras tantas convenciones y cuantos usos.)
A terminar. Palabras de Borges: La realidad no es verbal y puede ser atroz e incomunicable. / Él lo sabía bien… Algunos, o muchos, no le darán su empatía; es decir, no se pondrán en su lugar. Y, hasta, lo considerarán inaccesible… (Empatía y accesibilidad: dos condiciones de la comunicación. Si no las hay, en cantidad suficiente, algo fallará…) Y, en tal punto, justamente, comenzará la incomunicación: No se comprenderá, por ejemplo, que la complejidad, la altura y la sutileza son las tres claves de Borges. Y aparecerán los prejuicios, las incompatibilidades y los malentendidos, de siempre…Y, luego, las grandes e inevitables diferencias. (Y, así, se dirá, frívolamente, que Borges es elitista, reaccionario, antirreligioso...) La incomunicación humana, pues, existe; crea barreras, distancia, y cierra cabezas…