Eduardo Vega ha unido la vocación de artista plástico a la alfarería, para modelar la tierra en piezas ornamentales o utilitarias y en murales escultóricos instalados en el país y en el exterior
La ventana del taller enmarca, como postal gigante, a la ciudad con sus edificios de ladrillo visto y casas con cubierta de teja: Cuenca es una gran obra de cerámica, dice el artista Eduardo Vega Malo ante el panorama matizado con el verdor de los parques y de las orillas de los ríos.
La residencia y sitio de trabajo del ceramista, en la colina de Turi, deja contemplar entera la ciudad crecida en torno a la catedral cuyas cúpulas enlucidas de azulejos semejan colinas que sobresalen del nivel de todas las construcciones.