Por Angel Pacífico Guerra
La Superintendencia de Control del Poder del Mercado –una modernísima creación revolucionaria del Gobierno- arrienda por 20 mil dólares la casa que le sirve de sede en Quito. ¡No son 20 mil dólares al año, sino por mes! ¡Qué barbaridad!
Los futbolistas son héroes de las grandes victorias. Y también las víctimas de las grandes derrotas. El vaivén en uno u otro caso es constante, en especial frente a partidos en los que está en juego más que la pelota en el arco del gol: la posibilidad de que el equipo nacional fuese otra vez al Mundial del Fútbol.
Esto, a propósito del 3-1 que le propinó Colombia a la selección nacional en Barranchilla. Después de permanecer heroicamente en la punta de los equipos de su grupo, el empate con Uruguay y la derrota con Colombia ha descontrolado a los hinchas que sufren, en muchos casos, como si se empezara a acabar el mundo. No es para tanto. Tampoco es para tanto cuando se pierde la cabeza después de los triunfos. Las cosas hay que tomarlas deportivamente cuando de jugar se trata.
La Superintendencia de Control del Poder del Mercado –una modernísima creación revolucionaria del Gobierno- arrienda por 20 mil dólares la casa que le sirve de sede en Quito. Qué bien, en estos tiempos de baja del crudo petrolero y de amarres de cinturones. ¡No son 20 mil dólares al año, sino por mes! ¡Qué barbaridad!
El directivo de la modernísima creación revolucionaria justificó ese pago. Además, la casa perteneció nada menos que al pintor Oswaldo Guayasamín. El arriendo entonces, naturalmente, debía estar acorde al valor artístico del personaje que tan bien hizo quedar al Ecuador en vida y lo sigue haciendo desde ultratumba. ¿A cuántos salarios básicos –que ganamos los pobres ecuatorianos comunes- equivaldrá el cánon que paga cada mes la Superintendencia del Poder del Mercado?
La Semana Santa pasó, como siempre, después del domingo de ramos y de la Cuaresma, pero en Cuenca el vía Crucis continúa: el Vía Crucis del tranvía. Qué fastidio soportar tanto tiempo la construcción de las infra y superestructuras para movilizar esos monstruos metálicos más grandes que varios buses juntos. Y pensar que todavía falta, al menos hasta fin de año, para gozar del viaje sobre rieles e impulsos eléctricos. ¿Será realmente un placer encaramarse en esos aparatos? No vaya a ser que después de ponerlos en marcha se descubra que Cuenca no necesitaba tanto… ¡Pero seamos optimistas: después del Vía Crucis, venga el Tranvía!
La Izquierda Democrática reactivará su vida. Ya ha entregado 400 mil firmas para que le restituyan la vida que perdió hace tiempo. Estaría por cumplirse aquello del muerto cargando adobes, tan significativo del habla popular.
Pero para no perder el hilo de este tema, bien vale –reproducimos al pie- el titular de la noticia lamentable de un bombero que ha fallecido recientemente al cruzar un río tratando de socorrer a personas de la otra orilla: un fallecido intentó rescatar a tres personas, pero se ahogó. ¿Se murió dos veces?
No debería la Superintendencia de la Comunicación, o la Superintendencia del Poder del Mercado, pedir explicaciones al medio que, para que no se resienta, no lo nombramos? Pero no es de Cuenca, es de Quito…