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El Alcalde que ideó el proyecto, conduciendo un tranvía infantil en el Parque El Paraíso.
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El bullicio y la polvareda llegaron a niveles de catástrofe en las calles por donde pasará el Tranvía 4 Ríos, promocionado en la campaña electoral por la Alcaldía de Cuenca en 2009 como silencioso, seguro y amigable con el ambiente
Cuenca está pagando caro por los movimientos de tierra, las máquinas y los obreros que destrozan las calles y avenidas por las que atravesará el Tranvía 4 Ríos. La obra debió concluir en julio próximo, pero aún es incierta la fecha para terminarla en 2017. Los vecinos protestan. El sector comercial sufre irrecuperables pérdidas. La ciudad, uno de cuyos mayores problemas es la anarquía vehicular, agrava las molestias por el cierre de calles y los desvíos. A eso hay que añadir la constante ocupación de las vías del centro histórico con o marchas eventos callejeros que deberían prohibírselos mientras dure esta emergencia. Además, los fatídicos “semáforos inteligentes” operan sin planificación técnica y complican aún más la circulación. Y flotan interrogantes para las cuales sólo el tiempo tendrá respuestas: ¿Solucionará el tranvía la calamidad del tránsito urbano de Cuenca? ¿No será un adorno, o juguete demasiado caro, atravesando por el centro histórico? La construcción de esta obra no marcha sobre rieles y marca la imagen de la administración municipal presidida por el Alcalde Marcelo Cabrera en un segundo período. Su historia pretende resumirse en este texto y sus gráficas.