El horizonte político se agita con crecientes vientos de tormenta electoral. Cuando más se habla de aglutinar fuerzas para participar con candidatos de unidad, los sectores opuestos al gobierno más evidencian síntomas de división. Ciertas convergencias parecerían construcciones sobre el pantano.
Año difícil el que viene, también por la crisis económica que pese a los discursos oficiales por atenuarla, acusa estragos en el costo de la vida, en el desempleo o en las restricciones del desarrollo productivo: la dependencia en los ingresos petroleros desmiente al cambio de matriz productiva y a la disminución de la pobreza.
El movimiento político gobernante tampoco es el mismo de tiempos pasados en nueve años de gestión, de desgaste y rupturas internas acicateadas con proyecciones al futuro electoral, o el accionar de militantes consecuentes con criterios democráticos, de libertad y respeto de pensamiento.
El Gobierno de la Revolución Ciudadana, que en efecto ha revolucionado en muchos aspectos la caduca historia nacional, está llamado a actuar con tolerancia, prudencia y sensatez en el corto lapso que aún le queda, para evitar regresiones en los avances de sus años anteriores de gestión. De él deben provenir las más sinceras convocatorias a la unidad, al entendimiento y la solidaridad de los ecuatorianos, para evitar que la temporada pre electoral lleve a una absurda batalla de todos contra todos...