Por Yolanda Reinoso

 

Los ancestros de las presentes generaciones idearon las danzas rituales con máscaras, como las del denominado “Sanni Yakuma”, que busca derrotar a los demonios que causan enfermedades físicas al romper el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu

 

Uno de los recuerdos más característicos de Sri Lanka son las máscaras pintadas a mano en madera por artesanos que han hecho de este arte popular su forma de vida. El centro de estas artesanías está en la zona sureña de la costa. Los talleres donde se trabajan las máscaras evocan al ambiente propio de los talleres de carpintería. De hecho, los hábiles artesanos no producen solamente máscaras, sino variedad de adornos tallados en madera. Esos adornos, como es de esperarse, son representativos de la cultura y la naturaleza de la isla e incluyen elefantes, lagartijas, aves propias de su clima tropical así como animales marinos.

Por supuesto, también se pueden adquirir figuras representativas de las diversas religiones que se practican en Sri Lanka, característica en común con India dada la historia que une a los dos países. Pese a este innegable vínculo, razones de orden social, económico y político llevan a muchos ciudadanos a renegar de esa comunión cultural. Este aspecto puede haber llevado a los artesanos de Sri Lanka a encontrar en la elaboración de máscaras un distintivo propio en el subcontinente asiático.

La individualidad de las máscaras empieza en el material, pues se trabajan con la madera procedente de un árbol que los locales llaman “Kaduru”. La madera es del tipo balsa con el obvio efecto de una ligereza fácil de transportar o de usar sobre el rostro. Dado que este árbol crece en suelo muy húmedo, los artesanos primero secan la madera al sol por varios días, tarea nada fácil debido a la humedad y alta pluviosidad de la isla. Luego, se cortan los pedazos en las variadas dimensiones que van a tener las máscaras. Muchas son hechas bajo pedido o los artesanos se basan en dimensiones dictadas en antiguos manuscritos, aspecto sobre el cual se tratará más adelante.

Para extraer el resto de la humedad que siempre permanece guardada en el interior, se termina de secar con la ayuda de una hoguera sobre la cual se coloca una estructura de ladrillo. Aparte del calor que termina de resecar la madera, este procedimiento que se extiende hasta por una semana, tiene el objetivo de ahumar la madera gracias al humo que asciende desde la hoguera. El ahumado, a su vez, permite que la madera quede curada contra insectos u otras plagas que pudieran dañarla a futuro.

El siguiente paso es darle forma a la máscara, poniendo énfasis en la expresión que va a representar. Antes de proceder a pintar, el artesano suaviza la textura de la madera frotando hojas de otro árbol típico sobre la superficie. El color base que se aplica es siempre el amarillo claro y, sobre éste, puede haber rojo, azul, verde, anaranjado, etc. Lo que caracteriza a las máscaras es siempre el brillo y fuerza de la pintura, por lo que resultan muy vistosas. Muchas tienen la lengua hacia afuera y los ojos saltones según el personaje que representan durante las danzas folclóricas en que se usan.

Más allá del impacto visual de las máscaras, se halla la tradición que, como se mencioné, consta en antiguos manuscritos. Son los ancestros de las presentes generaciones quienes idearon las danzas rituales con máscaras. Por ejemplo, están las danzas en el marco del ritual denominado “Sanni Yakuma”. En éste, se busca derrotar a los demonios que causan enfermedades físicas debido a una ruptura del equilibrio que debe haber entre cuerpo, mente y espíritu. Así, las máscaras representan demonios que dan paperas, fiebre tifoidea, forúnculos, cólera y otros males. El ritual consiste en llamar primero a los demonios quienes, acto seguido, son confrontados por las enfermedades que producen. Varios movimientos simbolizan el rechazo a los males físicos y el pedido expreso a los demonios de retirar las enfermedades. Finalmente, se despide a los demonios para concluir el ritual. Las dimensiones sugeridas en los antiguos manuscritos deben tener que ver con la búsqueda del equilibrio que se halla también en la geometría. Este último aspecto es mi propia interpretación ya que ningún artesano pudo indicarme la razón de la importancia que se ha dado a las dimensiones en los manuscritos.

Recordando mis clases de Derecho Civil sobre el libro “De las Personas”, he rememorado que el vocablo máscara proviene del latín “persona”, que se refiere a su vez al rol que un personaje juega en un ambiente o situación determinada. Por esto, las máscaras están presentes en varias culturas del mundo, incluida la nuestra. Las fotografías que ilustran este artículo pueden servirle al lector para imaginar qué rol puede jugar cada una más allá de aquel que la cultura de Sri Lanka le ha otorgado.

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