Faltan más de dos años para  elegir al nuevo Presidente, pero han empezado a darse los primeros movimientos políticos en ese rumbo: la cita reciente de líderes de diversas tendencias en Cuenca lo confirma, aunque se pretenda disimularlo.
 
La próxima carrera hacia Carondelet será seguramente la primera en la que el actual Presidente no tenga contrincantes de la tradicional “partidocracia”. Es un reto para él y para las nuevas promociones de liderazgo político que deben surgir como una acción natural y positiva del vivir democrático. 
 
La mentada cita, al margen de su oportunidad o la calculada promoción de sus figuras visibles, incluidos personajes de vieja guardia, podría ser un punto de referencia para orientar la acción de las fuerzas políticas en la próxima contienda cívica y democrática, como deberían ser las nuevas campañas electorales, para diferenciarse, precisamente, de la “partidocracia” del pasado.
 
El Ecuador en los últimos años ha superado oscuras prácticas políticas. Además, ha progresado y se ha modernizado en diversos órdenes de la vida pública y ciudadana, por iniciativa y liderazgo del actual Gobierno. De aspirar es, entonces, a que el accionar político inmediato se acople al nuevo panorama de la realidad nacional. El pasado es pasado, para siempre.

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