Por Julio Carpio Vintimilla

 

Karla Morales –una periodista ecuatoriana- ha dicho que la derecha de América Latina le parió al populismo. Una fracción de acierto, hay en esto… Pero, más bien, los liberalismos –grupos políticos del centro- fueron sus involuntarios creadores, sobre todo, por su debilidad y  su falta de consolidación. Si los liberalismos hubieran establecido unas democracias sólidas, tal evento difícilmente habría ocurrido
 

 
 
El nuevo DILE (Diccionario de la Lengua Española) -- se ha comentado -- no pudo actualizar, y precisar, en su primera edición, el importante vocablo populismo; por ciertas dificultades de carácter teórico. Expliquémonos. Populismo -- se afirma y se reitera -- es un concepto político difícil de entender, de analizar y de trasmitir. ¿Lo es, realmente? Bueno, hay -- es cierto -- una relativa dificultad. Como siempre, en estos casos… Pero tal circunstancia no puede justificar, de ningún modo, la falta de empeño de quienes, en forma profesional, deben encargarse de las definiciones léxicas. ¿No debieran tener, ellos, unos conocimientos amplios y suficientes y una muy buena capacidad de síntesis? Por supuesto… (En el Cielo, doña María Moliner se estará riendo un poco de estas pusilánimes y un tanto inútiles personitas.) Y, ya que estamos en el punto, señalemos, también, que el DRAE, antecesor del DILE, contiene -- lo hemos ido viendo a lo largo de los años -- una  considerable cantidad de redundancias, simplezas y obviedades. (Vea usted, por ejemplo, la entrada de amistad.) En fin, las deficiencias humanas. Las fallas de las ilustres e ilustrantes academias…
 
Bien, hagamos nosotros el esfuerzo. A ver qué nos sale… / Populismo. (1) Tendencia política que pretende la representación de los grupos más pobres de una sociedad. Ej.: El Peronismo -- populismo argentino -- reivindicó y organizó a los cabecitas negras (inmigrantes del interior venidos a Buenos Aires). (2) Tendencia política que considera que el pueblo está constituido solamente por el sector más bajo de una sociedad. Ej.: Para el populismo, la clase media y la clase alta no constituyen el pueblo; es más: aquellas son las enemigas de éste… (3) Tendencia política que suele mostrar notorias debilidades ideológicas, deficiencias organizativas; y conductas erráticas, irresponsables, extravagantes y amorales. Ej.: Nadie parece saber si el populismo es un partido, un movimiento o una agrupación de carácter esporádico… (4) Tendencia política muy caudillista. Ej.: Velasco Ibarra, El Profeta, fue el mayor caudillo ecuatoriano del siglo XX. Nota.- El vocablo, en su origen europeo, no fue peyorativo; pero, dado su uso -- sobre todo latinoamericano -- si puede serlo hoy, en muchos casos. Ej.: A este Carlos le llamaban El Peronista; no por su preferencia política, sino por su palabrería y su volubilidad…/ ¿Qué tal? Pues, para un diccionario, lo dicho puede bastar. Quien quiera ampliar el concepto, tendrá que ir a una enciclopedia. En ella, un buen artículo le dará mayores perspectivas  y  le mostrará los diversos detalles y matices. Y, desde luego, -- si quiere más refinamiento y profundidad -- tendrá que recurrir a los especialistas. Por lo dicho y hecho, el supuesto misterio no ha sido tan grande… Y sigamos con unas pocas precisiones.
 
La primera trata del origen del fenómeno. Karla Morales -- una periodista ecuatoriana -- ha dicho que la derecha de América Latina le parió al populismo. Una fracción de acierto, hay en esto… Pero, más bien,  los liberalismos -- grupos políticos del centro -- fueron sus involuntarios creadores. (Sobre todo, por su debilidad y  su falta de consolidación. Si los liberalismos hubieran logrado establecer unas democracias sólidas, tal evento difícilmente habría ocurrido.) Este es el caso, muy visible, de Perón y de Velasco Ibarra. (Con menos claridad, es, también, el caso de Haya de la Torre y de Getulio Vargas.) E incluso, en el fondo más profundo, es el caso de Chávez. (Puesto que el liberalismo -- básico y esencial en la meritoria democracia venezolana de la segunda mitad del siglo XX -- se anuló en medio de la ineficacia gubernativa y la corrupción de los adecos y los copeyanos.) Y, al respecto, hay algo muy cierto y comprobado: El populismo llega a los países en los momentos de aguda crisis y desorientación social. En términos de la antigua Grecia: Cuando una decente y bastante limpia democracia ha  degenerado ya en una vulgar y roñosa demagogia. Argentina, 1930: Aparecen, en forma simultánea, el “Partido Militar” (militarismo del siglo XX) y el Peronismo. (Lo anecdótico: En una curiosa fotografía, de aquel año, posan, juntos, el General Uriburu y el capitán Perón. Era el día en que el primero derrocaba al Presidente Yrigoyen… Y, en este punto, recordamos lo de Vargas Llosa: Ese fue el día, el preciso día, en que se jodió la Argentina.) Añadidura: Cualquier parecido con nuestra Revolución Juliana y nuestro Velasco Ibarra no es pura coincidencia.
 
Segunda. Como el populismo se hizo contra los liberales, son muy explicables su mentalidad y su proceder antiliberales. Y esto, en los populistas, es muy definitorio. No sólo censuran las fallas y los defectos del liberalismo; que, por supuesto, los hay… Atacan a su misma esencia humanista y a sus condiciones moderadas  y tolerantes. Así, ignoran las leyes; desechan las libertades civiles; manipulan los derechos humanos; eliminan la separación de los poderes del gobierno; quieren acabar con los controles administrativos y sociales… En pocas palabras, son muy autoritarios y muy belicosos… Y, en tales faenas, reciben la simpatía y, hasta, la concreta colaboración de los extremismos de la izquierda y la derecha. (Es que el populismo no es ni de izquierda, ni de derecha, sino todo lo contrario… Nunca mejor dicho. O -- según el español Pablo Iglesias -- es de abajo; en lucha contra “la casta”, que es de arriba…) Prueba al canto. Perón -- cuando le convino -- utilizó a los fascistas y a los guerrilleros; y unos y otros, en reciprocidad, le utilizaron a él. Nada extraño. Populismo auténtico, en su estado más natural y silvestre. Otra vez: Cualquier parecido con el Velasco Ibarra de La Gloriosa no es pura coincidencia.
 
El populismo, en su palabra y su obra, es una perversión de la democracia. ¿Es, por lo tanto,
una grave enfermedad social? 
Sí, señor; nada menos.  
Tercera. Si en el populismo no hay ideas precisas, ni ley, ni división de poderes, alguien tiene que decidir lo que se cree y lo que no; lo que se hace y lo que no; lo que se permite y lo que no… Y ese alguien tiene que ser alguien muy poderoso. ¿Quién? Pues, el caudillo. Sin un caudillo agrandado, agigantado,  hasta semiendiosado, no hay populismo que valga. (El líder capaz y modesto es un liberal  simple y ordinario; un insignificante…) Y el pueblo -- todo, no solamente los pobres -- debe ser nada más que la cola que lo sigue; como la multitud de niños o jóvenes ingenuos que -- detrás del impago flautista de Hamelín -- se iban a la guerra o al Infierno… El culto de la personalidad, entonces, es una necesidad del populismo; como lo es también de los totalitarismos. (Mussolini, Hitler, Stalin, Mao…; los dueños de territorios, vidas, fortunas y verdades…) ¿Algo muy malo? Por supuesto. Los demócratas, y la gente sensata, lo saben muy bien. Habla Bolívar: Huíd del país en que manda un solo hombre; porque ése es un país de esclavos. / Está, pues, muy claro: Los países con gobiernos populistas son países de gente doblegada, obsecuente y servil; no países de ciudadanos.
 
Letras finales. La teoría del populismo se mueve, ciertamente, en una neblina conceptual. (Lea usted a Laclau.) El populismo, concreto y real, crece en los terrenos políticos del desorden y la incertidumbre. El accionar  populista, en algunos campos, puede ser -- para usar una adjetivación borgiana -- espantoso y  atroz; y también casi inexpresable… Pero, en lo principal, es bastante asible, comprensible. Entonces, -- molestándose un poquito --  se lo puede, y debe, observar y estudiar. Y cerremos la charla con un remache: El populismo, en su palabra y su obra, es una perversión de la democracia. ¿Es, por lo tanto, una grave enfermedad social?  Sí, señor; nada menos.      
 

Suscríbase

Suscríbase y reciba nuestras ediciones impresas en su oficina o domicilio llamando al 0984559424

Publicidad

Promocione su empresa en nuestras ediciones impresas llamando al 0999296233