El Banco del Azuay, cuando entró en liquidación en 1999, devolvió a la comunidad religiosa las joyas de la Virgen del Rosario guardadas en su bóveda de seguridad. Entre las prendas estaba -¿ por qué?- la corona de laureles de oro impuesta al poeta en 1917. Hay también tesoros de la Virgen desaparecidos, sin que nadie lo denunciara