Por Yolanda Reinoso*
Para dar una idea de lo ciertas que son las afirmaciones, vale decir que aunque la ciudad de Durham es hermosa, una vez que se ha visto la Catedral, esa hermosura se opaca frente a lo que la Catedral ofrece.
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La ciudad de Durham, situada en la parte noreste de Inglaterra, se enorgullece sobre todo por su catedral, declarada en 1986 por la UNESCO como joya patrimonial. Situada sobre la colina más alta de la ciudad, puede observarse desde el centro y para llegar, hay que ascender por empinadas calles. Conforme se avanza sus colosales dimensiones se hacen evidentes. Cabe aclarar que la totalidad de la construcción incluye un castillo adyacente, pero ambas construcciones tienen el mismo estilo, razón por la cual desde lejos, parece un castillo más que un sitio de carácter religioso.
El componente religioso de la catedral se remonta al año 1093, cuando fue erigida a fin de abrigar a una comunidad de monjes benedictinos. Sin embargo, ya que la religión solía estar vinculada a la política, la catedral también servía para propósitos militares de defensa y como sede de la autoridad del principado anglicano. A la entrada, guías municipales invitan al turista a observar con detenimiento la estructura interior, que marcaría un giro en la arquitectura dominante en Inglaterra en las iglesias construidas posteriormente. De hecho, nuestro amigo inglés conocedor del tema, nos recomendó la visita a la catedral dado que ésta sintetiza las características del estilo románico, conocido como “arquitectura normanda” en Inglaterra. Dicho estilo abarca a las edificaciones erigidas entre el siglo XI y XII en Europa, ya sean abadías, castillos, fortalezas, etc., pero siempre caracterizadas por arcos tanto en puertas como en ventanas, y por la gran dimensión y peso de la piedra usada.
Para apreciar la estructura interior, hay que comprender la importancia que tienen los arcos, y es que su forma va más allá del estilo en sí. Incluso para quien no tiene conocimiento arquitectónico, tras escuchar la explicación es fácil asimilar la diferencia. La catedral de Durham tiene pronunciados arcos apuntados, a diferencia de arcos semicirculares propios de otros estilos. Los semicirculares permiten que pase la mitad de luz de la que se filtra a través de los arcos apuntados. Este detalle que parece nimio, transforma la catedral en un espectáculo de luz y sombras.
Únicamente luz natural pasa por los vitrales y rosetones hacia los arcos interiores y, desde allí, las sombras que se proyectan están determinadas por la posición de las bancas, las portentosas columnas, y las estatuas en honor a diferentes personajes político-religiosos de la historia del Reino Unido. Los arcos se entrelazan en la bóveda superior, lo cual da al tumbado una apariencia bastante elaborada, y las columnas están igualmente labradas con formas ornamentales variadas. En suma, el interior proyecta la realidad de un edificio extremadamente sólido que ha sobrevivido incólume desde el siglo XI pero que, además, resalta por su belleza. En el púlpito, se puede apreciar figuras de pastores, animales propios de los símbolos del poder político de Inglaterra, así como personajes de importancia espiritual en el mundo anglicano.
La apertura de la práctica religiosa anglicana está representada en la posibilidad de explorar la nave central de la catedral con total libertad, pasando incluso por el altar, donde se puede admirar el detalle del labrado en la madera de las bancas del coro, con cojines bordados a mano por artesanos de la ciudad. A lo largo de la nave, el creyente encuentra varios lugares donde puede encender una vela y orar, en un acto cristiano que recuerda que hay puntos en común entre las variadas formas de expresar la fe en Cristo, pese a que en Inglaterra el anti-catolicismo continúa siendo una realidad latente.
En el edificio adyacente al que se llega luego de cruzar un patio rodeado de columnas y arcos, se halla la tienda de recuerdos. Ésta deslumbra igualmente por los arcos que se entrelazan en el tumbado, cuya altura no sobrepasa los dos metros y medio aproximadamente. Tal característica convierte a esta parte de la construcción en un sitio acogedor que, sin duda, muchos visitan más por su belleza que por interés en adquirir un objeto recordatorio. En la tienda están disponibles variadas publicaciones que afirman el valor arquitectónico de la catedral por sobre otras construcciones similares en Europa.