A la Casa Museo han vuelto los bienes familiares, culturales y artísticos del personaje, quien a sus grandes valores literarios añadió lujos europeos de la época en su forma de vida contrastante con la del común de los cuencanos de entonces

El Museo cuencano Remigio Crespo Toral abrió otra vez sus puertas, el 12 de diciembre pasado, cerradas desde que en junio de 2013 se “descubrió” la pérdida de la corona de oro con la que ciñeron la frente del poeta dueño de la mansión en 1917.

Ahora se llama Casa Museo, para exhibir en forma permanente los bienes del poeta, en los sitios que ocupaban cuando él la habitaba. Están los muebles recubiertos con pan de oro, espejos franceses con marcos tallados en madera, cristalería, jarrones de porcelana, lámparas ornamentales de tiempos iniciales de la electricidad en Cuenca, pinturas y esculturas, tapicería, cortinas y alfombras.
 
La reapertura la decidió el nuevo Director del antiguo Museo, René Cardoso Segarra, quien asumió el cargo el 27 de septiembre comprometiéndose a no ser director de un museo cerrado. En menos de tres meses, con presteza y profesionalismo, logró  rescatar los bienes museográficos embodegados, limpiándolos, lustrándolos, ubicándolos en sus sitios originales, con la participación de restauradores, diseñadores y obreros calificados.
El Alcalde Marcelo Cabrera Palacios lo declaró reabierto y agradeció a su Director por cumplir su promesa de posesión. Cardoso, por su parte, concreto y enfático, dijo al entregarlo: “Su reapertura era urgente. No era justo que la comunidad no tenga acceso a sus memorias que hoy habitan con dignidad este espléndido espacio. Al abrir las ventanas y puertas del Museo, sentí cómo la luz volvía a penetrar en el corazón de la historia y los recuerdos, que una brisa fresca de nuevas propuestas poblaba cada uno de los rincones de esta maravillosa arquitectura…”
La mansión del poeta, con frente a la Calle Larga, con desniveles hacia el barranco del Tomebamba, es por sí mismo un bien museográfico. La construyó un arquitecto chileno de apellido Thomas, bajo instrucciones de Remigio Crespo. En nivel próximo al río, el jardín que fuera sitio de inspiración del poeta y sede de algunas de las Fiestas de la Lira, se integra al conjunto patrimonial con plantas de capulí, magnolia, geranio, achira, saúco, mortiño, ortiga y los grandes y viejos nogales y cipreses.

Frontis del edificio que fuera residencia del poeta Remigio Crespo, hoy sede del museo que lleva su nombre

 
La propuesta de crear el Museo Remigio Crespo Toral planteó al Concejo Víctor Manuel Albornoz –el primer Cronista Vitalicio de Cuenca-, en 1946 . El Alcalde Luis Moreno Mora la hizo realidad el 3 de marzo de 1947, instalándolo en el edificio de la Asociación de Empleados del Azuay (Colombia y General Torres). Luego, al incrementar las piezas, se buscó más espacio y de 1956 a 1963 se alojó en una antigua construcción de la esquina de las calles Colombia y Luis Cordero, donde está hoy el Hotel El Dorado. Después pasó al edificio municipal, en el área que actualmente ocupa la empresa ETAPA. En 1967 fue a la antigua mansión de Remigio Crespo, en la Calle Larga, arrendado por la Municipalidad hasta adquirirlo definitivamente en 1981, en la alcaldía de Pedro Córdova Álvarez.
Las gráficas muestran el estado de hacinamiento en que se hallaban los bienes de Remigio Crespo y en la página del frente los ambientes renovados con muebles y enseres en los sitios que les corresponden, como se encuentran hoy

Cardoso lamenta que el Museo ha tenido una trayectoria errática, por más de sesenta años, permaneciendo más cerrado que abierto al público. Los bienes tuvieron que rescatarse de un encierro, o más bien destierro, embodegados, hacinados sin orden ni cuidado, para exponerlos al público. Aparte de las piezas del poeta Crespo Toral, se fueron acumulando más de 25 mil más, arqueológicas, numismáticas, esculturas religiosas –Cristos de Sangurima, Vélez y Alvarado-  y de personajes de la historia, todo lo cual irá al edificio recién restaurado de la Escuela Central. En la Casa Museo quedarán sólo las que fueron pertenencias de Crespo Toral.
No obstante, se dispondrá de una sala para exposiciones temporales vinculadas a la temática y tipología, esto es la historia de Cuenca, lo que permitirá inclusive la especialización del personal responsable. La restauración que falta del inmueble empezará en febrero, con aportes del Banco del Estado.
En las áreas puestas a funcionar lucen perfectamente ordenadas, en el sitio que les corresponde, las piezas del poeta, vueltas a su habitad. El ambiente se complementa con detalles decorativos en las paredes, con motivos florales, rostros, corceles alados y coronas. Los cielos rasos importados de Francia y Estados Unidos lucen moderado resplandor al reflejo de una iluminación sutil, tenue, respetuosa del entorno, como debieron estar en la vida íntima y familiar del poeta.
 
 
René Cardoso Segarra, Director del Museo
La reapertura la decidió el nuevo Director del antiguo Museo, René Cardoso Segarra, quien asumió el cargo el 27 de septiembre

Luego de la ceremonia de reapertura, diestros maestros sacaron sonidos del viejo piano francés Pleyel, colocado en la misma sala donde el poeta alternaba sus momentos de inspiración poética con los compases de la música clásica. El piano, que también estuvo en escondite, fue restaurado por expertos cuencanos, para ponerlo en perfecto funcionamiento.

En la que habría sido la sala principal de la mansión, cuelgan de las paredes pinturas de Honorato Vásquez, un retrato de Remigio Crespo pintado por Luis Toro Moreno, así como el poeta con su esposa Elvira Vega, del pintor portugués Raúl María Pereira.
El Director de la Casa Museo promete hacer de esta institución un modelo de organización para la custodia y difusión de los bienes patrimoniales, guardián de la memoria y el conocimiento. “Aprenderemos de los errores del pasado, no permitiremos que se repitan en el presente y no pondremos nunca más en riesgo su futuro”, dijo, en alusión a la corona dorada, con hojas de laurel, con la que el 4 de noviembre de 1917 Cuenca y el país entero, rindieran homenaje al poeta en irrepetible e histórica celebración.
La corona desapareció de un arcón –nadie sabe cuándo-, con más de una decena de piezas de oro. Constituían, además de preciadas joyas materiales, reliquias ligadas al pasado, al presente y al futuro de la cultura local. Investigar su paradero está en manos judiciales, pero el correr del tiempo va echando polvo y olvido sobre semejante atentado contra la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad. Hay sospechas, pero no más que sospechas…

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