Limitémonos, por ahora, a la planificación regional. Cuando Cuenca era pequeña, la planificación de la ciudad podía quedar simplemente a cargo de la municipalidad de su cantón. Y así fue; con las improvisaciones y las limitaciones de siempre. Más ampliamente, la planificación de la provincia --- en forma muy circunscrita -- la hacía el Consejo Provincial. (Entidad más tarde denominada Prefectura Provincial y, hoy día, Gobierno Provincial; por esa manía y novelería del nominalismo administrativo.) La planificación regional -- Cañar y Morona-Santiago añadidas -- estuvo, por unas décadas más o menos fructíferas, a cargo del desaparecido CREA, Centro de Reconversión. (Hoy, ya no la tenemos…) Pero, con el tiempo, las cosas han cambiado de hecho. Y han cambiado mucho. Y, así, al momento, la sola planificación urbana debe ser pluricantonal. Con el corredor del sur, -- Tarqui, Girón, Yunguilla -- ya habría que coordinar el asunto con las municipalidades de Girón y Santa Isabel. Si se incluyeran las pequeñas ciudades satélites de Gualaceo y Paute, ya habría que agregar, al asunto, las municipalidades de otros dos cantones azuayos. Y con el corredor del norte, -- Chuquipata, Azogues y la ciudad satélite de Biblián -- ya hay que contar con las municipalidades de dos cantones más. (Esta vez, cantones de otra provincia…) Si, además, se quisiera restablecer la región planificadora del CREA, habría que entrar en tratativas con las vecinas provincias de Cañar y Morona- Santiago. Y más compleja sería la tarea, si hubiera que planificar, más extendidamente, para todo el conjunto del Austro. (Lo cual-- en general -- sería, ciertamente, lo más recomendable.) Bueno, quizás, en algún momento, se podrá abarcar, en forma efectiva y moderna, todo este histórico territorio… Ya que no lo hicimos antes, como podía y debía haber sido…
¿Cree usted que Rafael Ccorrea merece los catorce títulos honoríficos en Economía; que ciertas aduladoras universidades le han concedido, y que él exhibe orgullosamente? |
Pero, en forma previa -- creemos nosotros -- sería conveniente obtener un buen acuerdo inicial entre azuayos y cañarenses. Es decir, dar un primer buen paso; un paso que sea, a la vez, integrador y descentralizador… Federal, pues… Y, para eso, bien vale formular una propuesta. Ahí va. (Sobre la marcha, una advertencia pertinente: Hay que evitar el fraccionamiento excesivo de la administración del país. El Ecuador es pequeño. Y, por tal razón, las separaciones ocurridas en las provincias de Pichincha y Guayas han sido, en realidad, hechos lamentables… La solución más acertada -- dados los conflictos, que se descuidaron demasiado y se dejaron agravar -- habría sido el cambio de capital de las dos provincias: Pichincha, a Santo Domingo; y Guayas, a Salinas; respectivamente. ) La clave del asunto presente: ordenar bien el territorio de que se trate; y establecer, en forma clara, las funciones y atribuciones de cada circunscripción administrativa. Acordarse, una vez más, del conocido principio : El gobierno general -- que, valga la redundancia, es general -- se hace en la capital; pero el gobierno particular -- la acción concreta, que es concreta -- se debe hacer en cada pueblo…
Bueno, nosotros, acá en el Austro, podríamos ir en una dirección distinta y mucho más adecuada que la anterior: Podríamos restablecer la histórica Provincia de Cañar. Razones: (1) Cuenca y Azogues -- dos capitales provinciales -- son hoy día una misma ciudad; parte de la Gran Cuenca, una de las conurbaciones ecuatorianas de aparición más o menos reciente. (2) La nueva provincia podría tener una administración y una planificación más eficaces. (3) La nueva provincia podría tener más peso e influencia en el conjunto administrativo nacional. (Reduciendo, al menos en algo, la preeminencia de Pichincha, Guayas y, hasta, de Manabí…) ¿Y cómo hacer esto? Para decirlo en forma rápida, deberemos, otra vez, numerar los puntos. (1) La nueva provincia se llamaría Provincia del Cañar; nuestra tradicional denominación histórica, por el grupo humano y cultural de los cañares o cañaris. (2) Habría que establecer una nueva capital: una pequeña ciudad administrativa, bien planeada y sin industria. Quizás, -- para facilitar la negociación -- tendría que estar en algún lugar de la actual provincia del mismo nombre. (Cuenca y Azogues, pues, dejarían de ser capitales provinciales, Y, de este modo, se limitaría, parcialmente al menos, el crecimiento de la Gran Cuenca. Y no se reproduciría, en escala menor, el dicho centralismo nacional.) (3) Se debería regular el futuro crecimiento urbano de la provincia. Esto se podría lograr armando, en el territorio, una red de nuevas ciudades: pequeñas, bien espaciadas, bien interconectadas y bien integradas con su medio natural. (Talvez, sobre todo, al pie de la Cordillera Oriental; para poner una cierta distancia con la Gran Cuenca, situada al Occidente de la hoya) (4) Con un adecuado sistema de transporte, se mejoraría, muchísimo, la producción económica y la circulación local y cercana.
De hacer todo eso, se lograría un buen ordenamiento territorial; la base-- como se sabe -- del buen funcionamiento de las actividades sociales y económicas de un grupo humano. Y quedaría -- para el futuro inmediato; y cuanto más pronto, mejor -- la formación de la Región del Austro y la integración con el norte del Perú (desde el Pacífico hasta el Amazonas).
¿Difícil? Bueno, bueno, las cosas difíciles suelen ser valiosas, posibles y conseguibles. Y no son utópicas. (No se prestan, por lo tanto, a los engaños de la demagogia; que tanto mal nos ha hecho…) Y son un desafío estimulante. Y son eso que hoy llamamos políticas de estado. (En este caso, --durante, al menos, unos veinte años-- los gobiernos provinciales se obligarían a seguirlas.) Y, así, estaríamos preparando el futuro; y no, simplemente, esperándolo. Para terminar: Si los cañares hicimos Guapondelig, Tomebamba y la Gran Cuenca. ¿Por qué no podemos hacer, hoy día, algo que sea verdaderamente distinto, pionero, moderno y muy prometedor?