Se dice que en La Habana ya ondean las banderas de USA y Cuba en un balcón de la Habana Vieja. Lo que prueba que no todo puede durar siempre y que hay mucho que cambiar siempre, como cambian las estaciones, al ritmo de los enfoques nuevos y contemporáneos a los que no se puede cerrar los ojos
 
El mes de diciembre del 2014 fue el lapso anual de un suceso que repercutió mundialmente: el acuerdo de entendimiento entre los Estados Unidos de América y Cuba tras un prolongado tiempo controvertido entre dos posiciones políticas al parecer irreconciliables.
La persistencia de las mazmorras de Cuba, donde están los prisioneros norteamericanos, y por las que intercedían muchos ciudadanos de USA y de otros países, llegaron a su fin. Tenía que ser al finalizar diciembre y la sorpresa sosegó casi mágicamente a la región y al mundo. 
Entendimiento bien guardado y al margen de las especulaciones, que alivió las tensiones vividas entre los dos países liderados por Obama y la Cuba del máximo líder Fidel Castro.
Parece, según la advertencia, de perspicaces periodistas, que durante el funeral de Nelson Mandela, Obama y Raúl Castro se saludaron cordialmente y se aproximaron, entrevista que duró seis segundos...Y que en ella se dio el vicerazo para tan importante resolución que ha admirado al mundo: el deshielo de las relaciones entre los dos países.
El periodismo contemporáneo, tan perceptivo y actor de mil y un ardides para descubrir novedades de la política internacional, resultó desarmado ante una noticia que dio la vuelta al mundo. La inteligencia de dos personalidades, Obama y Fidel Castro, evitó desencadenar un conflicto internacional, de consecuencias insospechadas, que hubiese sido una imperdonable irresponsabilidad fomentar los desencuentros, en vez de apaciguar las posturas.
Desde diciembre de 2014 Cuba vive una transición que va a ser difícil, al trasponer el umbral de la reserva marxista. El Partido Comunista tendrá que acelerar las reformas al interior del partido, que le permitan, al mismo tiempo, actualizar el modelo si no quiere dejarse arrastrar por la corriente capitalista. Creemos que la historia de Cuba cambió el 17 de diciembre, cuando Estados Unidos, modificando su política, aceptó recaudar las relaciones.
 
Sin embargo se comenta que es difícil, al momento, medir la temperatura de este cambio y mostrar unidad al exterior, pues Raúl Castro ya había dado un paso predecesor adelante: el haber conseguido que la Asamblea Nacional ratificara un acuerdo de reconciliación con la Casa Blanca.
Quienes apoyan este suceso consideran que las relaciones con USA ofrecerán la oportunidad de dinamizar los procesos de reforma económica, de liberación política, y una apertura que lentamente conducirá a terminar con aquellos que tienen prebendas en el actual régimen. Y hay algo más que señalan los partes de prensa de diverso origen: se ha producido ya una transición general, la transición de un modelo económico cerrado al proceso de liberación política. La adaptación del socialismo, que se adelanta, justamente, al nivel donde los militares ostentan mayor espacio y que se relaciona, cada vez más, con el emergente empresario local.
Un relajamiento de sanciones de los Estados Unidos, indudablemente, se traducirá con la entrada de capitales externos que oxigenarán la economía cubana, en su peor nivel, y que ocasionará “una lucha de poderes”, según los analistas. Un poder fuerte, controlado por los economistas, entre privados y públicos, y que demandará la mejor prueba de supervivencia, y el otro de los nuevos empresarios, pues en Cuba el 70% de generales veteranos lo dirigen, generales de la Revolución, como el séquito de uniformados que controlan todos los ambientes.
Se puede calificar entonces, al escenario cubano, como un escenario de ansiedad, al ritmo de la democratización de la isla, la mayor prueba de supervivencia de un país. Se dice que en La Habana ya ondean las banderas de USA y Cuba en un balcón de la Habana Vieja. Lo que prueba que no todo puede durar siempre y que hay mucho que cambiar siempre, como cambian las estaciones, al ritmo de los enfoques nuevos y contemporáneos a los que no se puede cerrar los ojos.
 
 
 

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