Por Eugenio Lloret Orellana
La vida es autoexpresión, es creatividad, es aventura, es misterio. La búsqueda de auto-realización es un viaje de descubrimiento personal, acicateado por la convicción de que debemos desviar las prioridades personales y sociales de los aspectos puramente manipuladores de la vida |
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Los cambios recientes en la sociedad ecuatoriana se han interpretado como indicios de un retorno a hábitos de sacrificio y disciplina austera en medio de nuevas oportunidades, opciones y restricciones distinto del que ocurre en la palestra política y económica de todos los días. La crisis económica es un hecho y se extenderá por varios años y abarca todos los aspectos de la vida en sociedad: el espacio privado de nuestra vida interior, de nuestra vida en familia, en el espacio público y el trabajo. En el meollo de la crisis está el sumak kawsay o Buen Vivir: el desajuste entre las metas de los ecuatorianos que buscan esa realización y los medios para alcanzarlos. Quienes buscan la realización personal están decididos a probar que la vida puede ser algo más que un sombrío quehacer económico. Están ansiosos de dar mayor significado a su vida, hallar una expresión personal más plena y agregar un toque de aventura a su existencia y la de los demás. Aparte de las demandas tradicionales de bienestar material, quienes buscan la realización personal imponen nuevas demandas de cosas intangibles: creatividad, tiempo libre, autonomía, placer, colectividad, participación, estímulo, ternura y cariño. Desean agregar la alegría de vivir o la eficiencia de la sociedad tecnológica. Las metas de los buscadores del Buen Vivir brotan de la convicción rudimentaria, pero profundamente sostenida, de que el sentido de la vida no se limita a ganarse el sustento, mantener a una familia, cumplir con el deber, asumir los papeles que nos impone la sociedad, usar a otros y ser usados por ellos. Estas tareas tienen su lugar, pero si nos limitamos a ellas nos cegamos al hecho de que la vida, en todas sus formas, debe vivirse, percibirse, disfrutarse y apreciarse por amor a la vida misma. La vida es autoexpresión, es creatividad, es aventura, es misterio.
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La búsqueda de auto-realización es un viaje de descubrimiento personal, acicateado por la convicción de que debemos desviar las prioridades personales y sociales de los aspectos puramente manipuladores de la vida. Por ende, los buscadores del Buen Vivir emplean lo mejor de su creatividad en idear estilos expresivos de vida. Así pues, en el fondo de la búsqueda de esta experiencia espiritual bulle la intuición moral de que el sentido de la vida radica en sus aspectos expresivos y que debemos luchar, si es necesario, por darles cabida y sentido práctico a lo que se pregona en la Constitución de la República. La contradicción de este empeño proviene de las defectuosas estrategias que emplean desde el Ejecutivo que presupone que el Buen Vivir es prácticamente un derecho ciudadano, garantizado automáticamente por el gobierno y la economía. Una estrategia elaborada sobre la presunción de una riqueza siempre creciente, una incongruencia que a la postre lleva a la gente a frustrar sus metas y a terminar aislada y angustiada en lugar de sentirse plena, y todo en medio de conflictos sociales. La búsqueda del Buen Vivir ha recibido también graves críticas de diversos sectores al percibir sus contradicciones respecto de los principios que la animan. Algunos críticos sociales sostienen que no se trata sino de una ilusión de egocentrismo que se lo proclama con un slogan publicitario más y que el ensimismamiento no es una estrategia sana. Los críticos han concluido también que, ya que la riqueza ayudó a estimular la búsqueda del Buen Vivir, las presiones de la perturbada economía actual forzarán a retornar a prácticas anteriores que prevalecían en períodos menos opulentos de la vida nacional y que por lo mismo tiene que ser redefinido para lograr la mínima armonía entre el individuo y la sociedad, para que no siga siendo un mero enunciado o una nostalgia más. |