Por Alba Luz Mora

 

Alba Luz Mora
Un gran desafío para el flamante Secretario General, el uruguayo Luis Almagro, a quien, según las referencias leídas, le faltó sólo un voto para ganar unánimemente el importante sitial y anunció que trabajará por “la renovación de la OEA” y para dar vida a la
Carta Democrática Interamericana que constituye su mejor arma
 
 
En la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1948, ya se consideró que “el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos ha originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad” y que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.
 
Luego vino la Carta de la OEA, con igual espíritu igualitario para las naciones del Nuevo Continente, documento que entró en vigencia en 1972 .En ese instrumento se expresa la necesidad de contar con una entidad panamericanista, que se llamó la Organización de Estados Americanos, OEA, constituida por países unidos por la geografía, una historia común y similares derechos. 
 
En un comienzo se excluyó a Cuba, por su orientación política de izquierda promovida por el líder Fidel Castro Ruz, para después, en una decisión democrática, reconocerla el 3 de junio del año 2009. Se hizo hincapié en la toma de las decisiones regionales, el estar a favor del diálogo multilateral y favorecer su verdadera integración. Entre sus enunciados dice: “trabaja para fortalecer la paz, seguridad y consolidación de la democracia continental”, la conforman 36 países, se reconoce como su sede en el Distrito de Columbia, USA, y oficinas regionales. 
 
Venezuela pertenece a la OEA desde 1976 y se ha mantenido en ejercicio de sus derechos como los demás estados. Sin embargo, más que la orientación extremista de izquierda liderada por Hugo Chávez Morado y hoy por su substituto, Nicolás Maduro, hay la preocupación regional por la restricción gubernamental extrema que ha adoptado ese régimen, situación que contrasta con los pronunciamientos de los otros países centro y sudamericanos, y que ha suscitado una especie de reticencia al interior de la organización.
 
Siendo como es la OEA una entidad democrática y respetuosa de los derechos de sus miembros, esta fortaleza regional amenaza con tambalearse, cuando la disensión de criterios con la política del régimen venezolano y su estilo intolerante, constituye un gran reto para la filosofía de la unión y la supervivencia de la OEA. 
 
Esta situación constituye un gran desafío para el flamante Secretario de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, a quien, según las referencias leídas, le faltó sólo un voto para ganar unánimemente el importante sitial regional y anunció que trabajará por “la renovación de la OEA” y para dar vida a la Carta Democrática Interamericana que constituye su mejor arma. Es decir, recuperar la confianza continental en la OEA y perseverar en la protección de los derechos humanos regionales entre cuyos países se halla el Ecuador.

 

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