Por Eliécer Cárdenas
El Jefe de Estado mantiene su liderazgo y, si corrigiese algunos ex abruptos, de seguro volvería a cautivar a amplias franjas de la clase media que se han alejado. También debería deshacerse de ciertos “fardos” en que han devenido cercanos colaboradores suyos…
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El Gobierno de Rafael Correa y su movimiento PAIS sufrieron su primera derrota en regla en los comicios de febrero pasado, donde los sufragios le fueron adversos en Quito, Guayaquil, Cuenca, Manta y otras ciudades de importancia, y además no le fueron favorables varias Prefecturas. El Movimiento PAIS carga la responsabilidad principal del fiasco oficial, ya que como el propio Mandatario lo hizo notar en una de sus intervenciones tras la derrota capitalina sobre todo, no existió la estructura partidista que presumía tener.
De otro lado, el propio Mandatario tiene, de hecho, responsabilidad en los malos resultados obtenidos, ya que pensó, ahora vemos que equivocadamente, que con su tutelaje alcaldes y prefectos oficialistas ganarían fácilmente, sin contar con un hecho que hoy se confirma: la ciudadanía suele votar más por las personas que por los partidos o programas. En Quito, un relativamente desconocido y totalmente inexperto Mauricio Rodas “barrió” frente al oficialista Augusto Barrera, creando para el Régimen, y particularmente para el Jefe de Estado, un peligroso foco de potencial desestabilización, aunque en principio el alcalde ganador por la oposición más bien ha manejado un lenguaje prudente y conciliador, que de seguro no convence al Gobierno de la “Revolución Ciudadana” ni aplaca sus temores.
En Cuenca, Marcelo Cabrera remontó sobre su adversario Paúl Granda, quien contra diversos pronósticos perdió con un margen no tan estrecho. ¿La causa? Nuevamente quizá el excesivo
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“padrinazgo” del Presidente que actuó de manera contraproducente en el electorado, más algunos errores del propio candidato, como realizar una campaña de gabinete y no de puerta a puerta para ganarse a un electorado indeciso, a pesar del “voto duro” cuencano y azuayo por Rafael Correa. A nivel provincial, Paúl Carrasco ratificó su liderazgo político, imbatible frente a una inexperta contrincante, María Caridad Vázquez, valioso e inteligente cuadro de PAIS, pero que carecía del perfil necesario para correr con éxito por la Prefectura frente al ducho en lides electorales Paúl Carrasco.
Pero la derrota en los comicios seccionales a nivel de ciudades y provincias claves, tampoco puede mirarse como una catástrofe o “el principio del fin” de PAIS y el Correísmo. El Jefe de Estado mantiene su liderazgo y, si corrigiese algunos ex abruptos suyos y su talante autoritario, de seguro volvería a cautivar a amplias franjas de la clase media que se han alejado principalmente por esas razones. También debería deshacerse de ciertos “fardos” en que han devenido cercanos colaboradores suyos, convertidos en una especie de “corte áulica”inamovible. De otro lado, su movimiento, PAIS, demostró en las últimas elecciones su gran debilidad estructural, pese a las presunciones de sus líderes de constituir una fuerza ideológicamente homogénea y organizada. Mucho tendrá que cambiar el panorama del oficialismo, si asimila esta derrota y ensaya cambios indispensables si la “Revolución” ciudadana quiere sobrevivir más allá del fin del período para el que fue electo Rafael Correa.
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