Por Alba Luz Mora

 

Alba Luz Mora Aunque el Presidente del Consejo Nacional Electoral se pronunció en contra de las actitudes oficiales, ha quedado también claro, que ese organismo no gozaba de independencia ideal de las tesis de gobierno
 
 
 
Los resultados de los últimos comicios electorales han dejado la inquietud de carecer de verdaderas estructuras partidistas formalmente constituidas, con opciones ideológicas claras y bien fundamentadas. Y aunque el Presidente del Consejo Nacional Electoral se pronunció en contra de las actitudes oficiales, ha quedado también claro, que ese organismo no gozaba de independencia ideal de las tesis de gobierno, antecedente, que con otros, fueron poco felices frente a los miles de ecuatorianos que se aprestaban a sufragar.
 
Tenemos un solo partido que lleva ya dilatada actuación, ahora mejor regional que nacional, el Partido Social Cristiano, desde que el Presidente Camilo Ponce lo fundara por 1956. Los demás, que antes dominaron nuestro ambiente, casi no existen y de ellos más bien han nacido movimientos políticos, como Alianza País, CREO y SUMA, seguidos por ententes oportunistas, como Avanza, y otras tantas etiquetas auspiciadoras de diferentes candidaturas en las diferentes regiones del Ecuador.
 
En el ámbito provincial, los pronunciamientos han sido sorpresivos y curiosos. El triunfo de Jaime Nebot era inevitable, porque su trayectoria ha sido persistente y tiene larga data, con éxitos de gestión innegables y popularidad indiscutible y el antecedente  que nunca decayó en palabras y actuaciones, y una popularidad indiscutible. Luego, hubo el novedoso triunfo de Mauricio Rodas, político joven, fundador del movimiento SUMA, respaldado por CREO. Este hecho ha sido un suceso que se acrecentó espontáneamente al ritmo de la campaña.
 
Su mensaje seguro, inteligente, sereno y prudente, convenció a los dudosos y a las organizaciones de base, que dieron paso a su triunfo como Alcalde de Quito.  Las debilidades de su rival y el auspicio oficialista, no permitieron que desarrolle sus propuestas y fortalezas, lo desgastaron terriblemente. El caso del nuevo Prefecto en cambio obedeció a una obra poco difundida pero efectiva y sin alardes. 
 
La capital demostró que tiene una población pensante, equilibrada, bien constituida, con gremios, grupos de jóvenes, mujeres, artistas y formaciones sociales diversas, que espontáneamente consideraron la propuesta confiable e inteligente de Rodas. Y el Ecuador, hizo advertir una admirable vocación democrática y disciplina.
 
La presencia de múltiples líderes aislados y organizaciones circunstanciales, que sin consultarse procedieron con sentido común, bien podrían instituirse en las nuevas organizaciones partidistas y promover a figuras que aún no se les ha dado la oportunidad de servir,  como cabeza de otros partidos que aúnen tendencias ideológicas similares. 
 
No hay duda que Mauricio Rodas es el aire fresco que invadió nuestro ambiente político, y lo demás, el retroceso político de movimientos que requieren una purga a su interior y la necesidad de sanear ambientes que niegan oportunidades a personas valiosas.
 
 
 
 

 

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