Cuenca es Patrimonio Cultural de la Humanidad gracias a su pasado. Su fisonomía, su arquitectura, sus calles, sus valores humanos y tradiciones, que determinaron el reconocimiento mundial, se modelaron con visionaria inteligencia a través del tiempo. Cuenca es un museo viviente valorado por el mundo. Valga este antecedente para deplorar la acción criminal por la que se han esfumado tesoros de invalorable significado espiritual y material del Museo que lleva el nombre de uno de los personajes emblemáticos de la cultura y la historia: Remigio Crespo Toral.
 
Semejante crimen no puede quedar sin investigación, aclaración y castigo. Su gravedad no tiene nombre y la indolencia frente a ello –que puede conducir al olvido- sería tan imperdonable como el mismo atentado depredador contra la ciudad admirada y querida. La administración municipal recién inaugurada tiene el reto de esclarecer este hecho, que al parecer no conmovió lo suficiente a quienes correspondía en debido y oportuno momento.
 
También es su obligación investigar el paradero de documentos históricos, como las actas de cabildos, mutiladas y desaparecidas por períodos o años –acaso por qué intereses-, sin que nadie responda por ello. ¡Cuántos procesos dolosos, cuántos trámites bajo sospecha, cuantos apropiamientos o injusticias podrían esclarecerse con los irrefutables testimoniados de esa documentación!  Manos a la obra, señor Alcalde y señores Concejales…
 

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