Además, actas perdidas del archivo municipal han permitido trámites sospechosos que han creado conflictos relacionados -entre otros casos- con el uso y pertenencia del suelo: un reto para la nueva administración
De la custodia ha quedado el pedestal de metal común, que da la imagen del tamaño de la pieza desaparecida, cuyo valor religioso, artístico y económico serían imponderables. |
La pérdida de actas de las sesiones, del Archivo Municipal, es otro daño a la historia de la ciudad, a más de origen de conflictos al desaparecer evidencias indispensables para esclarecerlos, especialmente en temas de cambio de uso del suelo. ¿Hay propósitos deliberados para eliminar los documentos? No hay investigaciones firmes sobre la materia y en muchos casos ni siquiera denuncias.
La Fiscalía prosigue la investigación sobre la denuncia hecha pública a finales de la administración del Alcalde Paúl Granda en torno a la corona del poeta, pero sin resultados. Lo de la custodia, es de estos últimos días, al advertir que solo ha quedado un pedestal de estaño. Se ignora la procedencia del bien, pero indudablemente fue uno de los tesoros religiosos y de arte valiosos del Museo.
La nueva administración municipal de Cuenca, presidida por el Alcalde Marcelo Cabrera, ha dispuesto el cierre temporal del museo, hasta completar su restauración, que empezó hace más de una década. Será reabierto cuando hayan concluido los trabajos y cumplida la organización museográfica, con inventarios y fichas completas, así como con las medidas de seguridad que un local de esta naturaleza obliga.
Los bienes históricos de la Municipalidad de Cuenca perdidos no son solamente los del Museo Crespo Toral. También hay actas de sesiones y tomos enteros de documentos del Archivo cuyo paradero se ignora. Esto da para sospechar la posibilidad de acciones destinadas a ocultar información sobre aprobaciones, lotizaciones, cambios de uso del suelo o apropiamiento sospechoso de terrenos públicos.
El descubrimiento de las pérdidas se da cuando hay necesidad de acudir a las actas de las sesiones. Un ejemplo es el libro del año 1977, desaparecido nadie sabe cuándo, lo que se detectó cuando hace poco los perjudicados por trámites relacionados con un terreno municipal del barrio Pérezpata pidieron copia del acta en la que el 10 de marzo de ese año se habría aprobado una urbanización.
La desaparición habría permitido trámites bajo sospechas de fraudulencia para que el bien público fuera a manos particulares, perjudicando a vecinos, a la Municipalidad y a la propia ciudad, pues hay fichas catastrales en las que el nombre del sitio es “espacio verde” y el apellido “Municipalidad de Cuenca”, con la observación de que “no consta en el listado de contribuyentes”.
Quinta de principios del siglo XX, de Juventino Vélez, pionero del diarismo cuencano, bien patrimonial en la calle Juan José Flores y Lizardo García, en proceso irreversible de destrucción. |
La Municipalidad tiene pendiente de resolución este caso, cuya investigación han exigido ex alcaldes de Cuenca y ex presidentes del Colegio de Periodistas del Azuay y sobre todo los vecinos del barrio perjudicado, que gestionan ante la Municipalidad se impida cualquier intervención, mientras no se esclarezca la verdadera pertenencia, tanto más que una denuncia planteada por Vallejo contra la Municipalidad pidiendo la línea de fábrica, fue declarada sin lugar y mandada a archivar por el Juez Manuel Arias.
En el mismo barrio hay un bien patrimonial cuya cubierta se la retiró hace alrededor de cuatro años para que se destruyera, probablemente para destinarla a nuevo uso. La casa habría sido propiedad de Juventino Vélez, pionero del periodismo cuencano en el pasado siglo. Las condiciones en las que se encuentra harían difícil su restauración, a menos que la Municipalidad asumiera una actitud radical en defensa del inmueble antes de su completa destrucción.
Otra forma de perder bienes de interés patrimonial, ha sido dejar que se consumaran demoliciones sin impedimento ni previsión de protegerlas, como ocurrió con la Villa Rosalena, demolida sorpresivamente el 1 de mayo de 2008, para dar paso a una de las edificaciones de mayor altura en la avenida Solano.
La Villa Roselena, en la portada de un poemario de Ricardo Márquez Moreno, con la imagen de los dueños del bien patrimonial, Juan Iñiguez y Rosa Elena Arteaga Crespo –suegros del autor-. Es lo que ha quedado del bien patrimonial construido en las postrimerías del siglo XIX. En su lugar está un “imponente” edificio de hormigón y vidrio.