Por Julio Carpio Vintimilla

 

No tenemos grandes antecedentes históricos ni una identidad neta y robusta. El pueblo de la Costa es cuasi caribeño; los serranos somos cuasi peruanos; los orientales y los galapagueños son una mezcla de los dos cuasis… Pero ¿no es cierto que las identidades pueden ser innumerables? Desde las mínimas y varias identidades de una persona hasta las máximas y multimillonarias de una gran nación como la América Latina
 
 
El Ecuador es nada más que la suma de unas veinte tribus desavenidas… -- dijo una vez José Edmundo Maldonado, el conocido periodista cuencano. Nos acordamos de esta curiosa simplificación, recientemente, durante un informal diálogo; ocurrido en ésta, nuestra ciudad de Cuenca. En él, uno de los participantes sostuvo que los ecuatorianos no tenemos un pasado definido y coherente. (Fuimos una parte marginal y tardía del Imperio Incásico… Dependimos, alternativamente, del Virreinato de Lima y de Nueva Granada…) Dijo que, además, no tenemos una identidad precisa… Y que, por eso, hemos constituido apenas una nación débil y un país bastante desintegrado. Comentarios, apoyos, reparos, observaciones… Entonces, -- dijimos nosotros, hacia el final del palabreo -- el gran problema nacional sería que los ecuatorianos no somos ni colombianos, ni peruanos… Bueno, -- dijo el mencionado señor -- usted ha resumido el asunto bastante bien… Quizás, solamente, con un poco de exageración. Pero, en verdad, por ahí van las cosas…
 
Y, un día más reciente, mirábamos una esfera terrestre, por el lado de la América del Sur. Y reparamos, nuevamente, en la singular alineación de Uruguay, Paraguay, Bolivia y Ecuador. Claro: la diagonal de la amortiguación. (Nuestros estados amortiguadores / buffer states /. Es decir, unos estados relativamente débiles, ubicados entre otros relativamente fuertes. Una gran zona intermedia y conflictiva, una especie de área minada / shatterbelt /. Cinco de las siete guerras sudamericanas se han producido aquí. Tal circunstancia fue una realidad geopolítica clara; hasta el momento en que la Argentina -- en su decadencia del siglo XX y del actual -- dejó de ser un país fuerte y se convirtió en uno más de los varios que ocupan la enorme periferia del Brasil.) Pero el Ecuador -- que no tiene, en esto, nada que ver con la Argentina -- sigue siendo un estado amortiguador entre Colombia y el Perú… Y, probablemente, lo seguirá siendo;  hasta el día -- por ahora, lejano o utópico -- en que crezcamos y nos fortalezcamos en una medida adecuada; u -- otra posibilidad -- en que los latinoamericanos alcancemos la esperada integración. Hay, pues, al momento, que detenerse en esto de la amortiguación. (A la que, de paso, siempre le hemos dado una muy escasa importancia; o, incluso, directamente, la hemos ignorado.)
 
Y tomemos, para ello, otra vez, el atajo de la historia. Este especial asunto comenzó en los campos de Tarquí… (27-2-1829).  Si La Mar ganaba la batalla, -- ya lo dijimos en otra ocasión -- probablemente, la frontera entre Colombia y el Perú  se habría fijado por el Nudo del Azuay y sus costados. (Por ser, este accidente geográfico, una casi obvia frontera en los aspectos natural y humano del país; y, en aquel entonces y en lo segundo, todavía más que hoy.) Y, así, Cuenca, Loja y Guayaquil habrían quedado como ciudades del Perú. Y Quito, Portoviejo y Esmeraldas habrían pertenecido a Colombia. Y, por supuesto, el Ecuador, -- como un estado independiente-- no habría  sido factible. Algo, pues, muy diferente a lo que ocurrió en la realidad.
 
Si La Mar ganaba la batalla, -- ya lo dijimos en otra ocasión -- probablemente, la frontera entre Colombia y el Perú  se habría fijado por el Nudo del Azuay y sus costados. Y, así, Cuenca, Loja y Guayaquil habrían quedado como ciudades del Perú. 
Pero, aun de tal modo, habría quedado, en la zona, un importante punto pendiente de resolución: Los accesos al Amazonas; río que ya, en aquel tiempo, era tenido en cuenta como una gran vía fluvial internacional. Y, debido a esto, era muy improbable que Colombia renunciara -- definitivamente y para siempre -- a llegar a su ribera. Cuando el Ecuador -- fundado el 13 de mayo de 1830 --  fue perdiendo, paulatinamente, su acceso, Colombia comprendió que sus intereses iban a ser perjudicados… Y tal cosa explica su lucha con el Perú por el llamado Trapecio de Leticia; ese postizo apéndice que tiene el territorio de nuestro vecino norteño, en su lado sudoriental; una especie de premio-consuelo, por no haber podido ganar a tiempo un acceso más amplio. El geógrafo estadounidense Philip Kelly ha visto el otro lado de la trama. Es éste: El Perú, hábil y astutamente, cedió una pequeña parte del espacio pretendido y disputado por los tres países. Y, al hacerlo, obtuvo un doble efecto. (1) Metió una cuña entre el Ecuador, Colombia, Perú y el Brasil; un pivote, le denomina el dicho estudioso. Y, así, eliminó definitivamente el límite entre el Ecuador y el Brasil; convenido, antes, en el tratado Tobar-Río Branco. (2) Desligó al Ecuador de Colombia. Y, asá, se quedó en perfectas condiciones para proseguir, aguas arriba, por los ríos ecuatorianos. / Y, a continuación, se puso a preparar, en forma prolija, la Guerra del 41; el golpe que -- consideraba el Perú, con gran acierto --  debía ser contundente, para doblegar de una vez a su ingenuo vecino del norte. (El mismo que seguía soñando, de manera abogadil y muy defectuosa, en los derechos documentales y los límites nominales del UTI  POSSIDETIS…)
 
Y el panorama histórico se completa con nuestra desorganización interna. También, en otras ocasiones, nos hemos referido a ella. Baste, ahora, recordar que, por esto, -- al menos en tres ocasiones -- hemos estado cerca de ser un estado fallido /failed state / (1860, década de los treinta-cuarenta, últimos años del siglo XX y comienzos del XXI). El mismo Kelly lo sugiere: De haber continuado la guerra, en 1942, el Ecuador habría podido perder -- aparte del Oriente -- la costa sureña, hasta las cercanías de Guayaquil, por lo menos. Mayor reducción del territorio, mayor peligro de desaparición…  (La guerra fue muy desigual. La presión y el abuso eran notorios; y, de hecho, muchos observadores extranjeros bien lo advirtieron. Pero, así suele ser la vida de los países…) La desgracia enorme sólo se pudo evitar por los buenos oficios de los Estados Unidos y del Brasil. (Aparte de los intereses del primero: Debía mantener su vecindad en orden, para concretarse al gran esfuerzo de la Segunda Guerra Mundial.) Es decir, en últimas cuentas, 1942 pudo haber sido tan grave o peor que 1860… ¿Se entiende ahora lo que es ser un estado amortiguador? Esperemos que sí.
 
Concluyamos, con las precisiones necesarias. Ciertamente, no tenemos grandes antecedentes históricos. Ciertamente, no tenemos una identidad neta y robusta. (Como Chile, México y el mismo Perú.) Es cierto que el pueblo de la Costa es cuasi caribeño (colombiano); y que los serranos somos cuasi peruanos; y que los orientales y los galapagueños son, más o menos, una mezcla de los dos cuasis… Pero, -- por otra parte -- ¿no es también cierto que las identidades pueden ser innumerables?  (Desde las mínimas y varias identidades de una persona en particular hasta las máximas y multimillonarias de una gran nación como la América Latina.) Y, acaso, a pesar de todos los pesares, ¿no hemos conseguido ser un estado factible? Y, acaso, ¿no existen países -- algunos tan exitosos como Suiza -- formados por tres o cuatro nacionalidades muy distintas? En definitiva, pues, eso de la identidad aun podría ser un falso problema… Lo más importante, en el caso, es ser y sentirnos ecuatorianos; con todas nuestras varias y evidentes diferencias. Eso es el patriotismo, en el bueno y mejor sentido: el sentimiento y la práctica de la comunidad… Y tener un verdadero proyecto nacional; para crecer y llegar al desarrollo en un futuro cercano. Y, ahora, para terminar, un apunte breve y resumidor: La ironía popular latinoamericana ya advirtió, hace bastante tiempo, que aquello del pacifismo de los peruanos y la iniciativa de los ecuatorianos era completamente cierto.
 

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