Cuenca festeja este 12 de abril 557 años de fundación. La conmemoración tiene connotaciones especiales, en una etapa de transición entre autoridades que terminan su gestión y las que las iniciarán el mes próximo. Luego del proceso electoral cumplido en forma ordenada y transparente, la vida de la ciudad continúa, el futuro se proyecta con esperanzas y optmismo. Es saludable que quienes dejan las funciones y las que se preparan para asumirlas, dialoguen con franqueza sobre los temas de interés público que son la razón de ser de su ejercicio público y político.
En el mes de la fundación, es oportuno que los ciudadanos a los que el pueblo confió el mandato –entrante y saliente- compartan lo que pueden aportar, unos y otros, en beneficio de la ciudad involucrada en un tren de desarrollo irreversible propio de los pueblos que han alcanzado plenitud de madurez, más aún tratándose de una ciudad con títulos de reconocimiento a su civismo y sus valores humanos y culturales. El progreso de la urbe y el bienestar de sus habitantes han de estar en el eje de la transición y en la voluntad de los mandantes que van y vienen.
Lo que compete a los ciudadanos es dejar constancia de la gratitud para quienes han trabajado por la ciudad y la han servido, y formular votos por el éxito de quienes, en los próximos cuatro años, tendrán en sus manos el destino de la Cuenca con siglos de historia y de cultura.