Humberto Cordero al rendir cuentas aseguró que la entidad recuperó la gestión, la imagen y el prestigio venidos a menos en anteriores administraciones
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| Humberto Cordero Ortiz, Gobernador del Azuay |
El funcionario rindió cuenta de su último año de gestión en dos eventos el 14 de marzo, el primero en la regional de la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, SENPLADES, ante el personal de la administración pública y delegaciones comunitarias y, la segunda, de carácter político, en el Teatro Sucre, para personeros de las diversas funciones del Estado y autoridades cantonales.
Cordero destacó la estabilidad como una característica especial de la administración en el actual gobierno: “Bien vale recordar-dijo- que en la década anterior a la Revolución Ciudadana pasaron por la Presidencia de la República ocho mandatarios, tres de ellos interinos, sin que ninguno hubiera gobernado un período constitucional completo. Esta inestabilidad se vio reflejada en 19 gobernadores titulares al frente de la provincia en ese lapso, de los cuales dos apenas estuvieron 15 días en funciones y sólo cuatro pasaron de un año, sin contar con que varias veces la entidad estuvo en acefalía, en dos ocasiones por más de tres meses”.
En el actual gobierno han ejercido la Gobernación Oswaldo Larriva Alvarado, por dos años y medio desde enero de 2007, el titular con más duración desde 1979 después de Humberto Cordero y, Leonardo Berrezueta, de agosto de 2009 a mayo de 2011.
La estabilidad ha sido un factor de gobernabilidad y para el avance de obras trascendentales a favor del Azuay, especialmente en temas de seguridad, vialidad, salud, relación con cantones y parroquias a través de gabinetes itinerantes que han permitido el diálogo constante entre el gobierno y la ciudadanía para buscar solución a las necesidades en cada territorio. El propio Presidente Correa y los Ministros han frecuentado visitas no solo a la capital, sino a toda la provincia.
El funcionario insistió en el buen vivir como una meta hacia la que tiende la gestión de la obra pública y en materia política del gobierno de la Revolución Ciudadana, teniendo como eje “la coordinación interinstitucional, bajo la dirección de la Gobernación de la provincia, lo que ha permitido ser eficientes en el cumplimiento de las responsabilidades de competencia de cada una de las entidades públicas, incluidas las jefaturas, tenencias políticas y comisarías”.
Según Cordero Ortiz, la estabilidad de los titulares de la Gobernación ha permitido recuperar la imagen y el prestigio de esta oficina de representación del Ejecutivo que había caído en menos antes del actual gobierno. Para mostrar la diferencia destacó el contacto permanente del Presidente y los Ministros con la Gobernación, a diferencia de lo que acontecía antes, como el caso denunciado por el Gobernador Daniel Toral Vélez que en 2001 renunció al cargo molesto e indignado por la desatención de la que fue objeto por los Ministros y el propio Presidente de entonces, Gustavo Noboa Bejarano.
La renuncia de aquel funcionario es, en efecto, un documento histórico que, aunque apenas fue aludido por el Gobernador, vale recordarlo y transcribirlo en los párrafos más decidores, para constatar que, en efecto, la Gobernación había caído en descrédito y abandono del poder central.
“Usted, señor Presidente –decía-, me manifestó personalmente su deseo de atenderme cuando lo requiera.Incluso se dignó darme su número telefónico directo. Infortunadamente, no obstante mis reiteradas llamadas y comunicaciones enviadas, nunca cumplieron su objetivo. Sus directos colaboradores se encargaron de colocar una muralla entre usted y su representante personal en el Azuay. En los trece meses de función nunca pude entrar en su despacho, para plantearle los problemas de mi provincia y sugerir las soluciones”.
Por entonces era Ministro de Gobierno Jorge Manrique Martínez, quien le había ofrecido apoyo verbal al Gobernador Toral, pero en la práctica no cumplió. En la renuncia al Presidente Noboa, se refería al punto en estos términos: “Es lamentable darle a conocer que tres veces seguidas me he trasladado a la capital, incluso, la última previa consulta, aprovechando de una llamada telefónica que me hizo el señor Ministro. Las tres ocasiones retorné completamente humillado y con una justificada indignación, pues fueron dos o tres días de angustiosa espera, en cada ocasión”.
“La paciencia ha concluido en mi, señor Presidente –decía en los párrafos más dramáticos-. No puedo por un día más ser testigo del menosprecio hacia mi provincia, cuando se han almacenado tantos problemas y que estos ya se han desbordado… Por todas estas razones y por otras que, por el respeto que usted se merece, no lo menciono, he decidido presentarle mi renuncia irrevocable de la Gobernación del Azuay, no sin antes agradecer por su confianza y por la voluntad que usted personalmente se dignó expresarme”.
Tras renunciar al cargo, Daniel Toral Vélez debió mantenerse en el despacho varios días más, en vista de que no tenía a quién encargarlo, pues antes había renunciado el Jefe Político, asimismo molesto porque no tenía sentido permanecer allí sin apoyo de las autoridades de gobierno. Le remplazó en el cargo Ricardo Muñoz Chávez, designado Gobernador sin que a Toral Vélez le llegara una carta del Presidente Noboa aceptándole la renuncia. Este procedimiento, además, era “normal” por esos tiempos, cuando algunos gobernadores se enteraban por la prensa de que habían sido sustituidos en el cargo.
En la sesión de rendición de cuentas del 14 de marzo pasado, la cita del Gobernador Humberto Cordero a la renuncia de su antecesor 13 años atrás, era una prueba de la diferencia en el trato gubernamental a la entidad a su cargo, ahora en relación constante y fluida con el Presidente y la cúpula del gobierno nacional. El Presidente Correa ha ratificado a Cordero Ortiz en el desempeño de la Gobernación del Azuay.