El pueblo ecuatoriano será convocado en este mes a las elecciones de febrero de 2014, para renovar autoridades provinciales, cantonales y parroquiales: la democracia se robustece con estos procesos y sobre todo con la alternabilidad.
El Ecuador ha dado pasos gigantescos de avanzada en su desarrollo, la modernización de la vida y los servicios y la estabilidad democrática en los últimos años. No pueden ignorarlo, ni los adictos al régimen ni sus opositores. Hasta en la organización y ejercicio electoral, son interesantes los adelantos registrados hasta el punto de que Azuay, en el próximo proceso, inaugurará el voto electrónico dejando atrás obsoletos sistemas en el siglo XXI.
Pero las transformaciones que implante la tecnología en el proceso electoral no darán resultados óptimos, si no están seguidas por cambios en la práctica política inherente al escogitamiento de candidatos, el desarrollo de las campañas y el nivel cívico de las personas, los líderes y los partidos políticos.
Por ello, en vísperas del período electoral, vale llamar a los ecuatorianos –de todos los sectores sociales, económicos, políticos- para que el proceso que involucrará al país a partir de este mes concuerde en conducta individual y colectiva, en cultura y prácticas cívicas, con los avances alcanzados en el perfeccionamiento del proceso electoral, para garantizar la pulcritud de los resultados. La tecnología para mejorar la logística electoral poco servirá sin un cambio sustancial en la mente y la conducta de los líderes y de los electores.