Por Yolanda Reinoso*
El título de este artículo quizá no debiera sorprender tanto como la existencia real de ciudadanos sirios que, al ser entrevistados para revista Avance, expresaron su acuerdo con un ataque de las fuerzas militares estadounidenses a su país de origen.
Hace poco un diario de Dubai, publicó un reportaje en el que varios ciudadanos sirios citados con nombre y apellido, enunciaban abiertamente su deseo de que ocurra el ataque. Sana Lababidi, por ejemplo, dice al responder al reportero: “apoyo un ataque de EEUU a Siria, y espero que sea tan fuerte que termine con este brutal régimen y con el sufrimiento de la población”. Otros confirmaban iguales sentimientos, pero también hay quienes dicen que preferirían otra solución.
Parece una postura indefendible, pero me llevó a aprovechar el contacto con nacionales sirios en Emiratos Árabes. En su mayoría, se trata de gente que ha salido en busca de sitios más sosegados pues -aseguran- aunque los brotes iniciales de violencia estaban dispersos en zonas de por sí conflictivas, pronto la inseguridad penetró en sus barrios y la vida se convirtió en un continuo tronar de disparos, bombas, fuego en las calles, compatriotas llenos de ira y resentimiento. En resumen, la población civil se atacó a sí misma y causó sus propias víctimas.
En la universidad donde trabajo, hay estudiantes sirios que, dada su juventud, han adoptado posiciones que reflejan la existencia de dos bandos muy definidos: o creen en el estado actual de las cosas, y discrepan de quienes se oponen a la permanencia de Al Asad en el poder, o consideran que no existe democracia si un solo líder ejerce funciones por más de 40 años cuando hay pobreza y descontento. Los alumnos entrevistados pidieron que se guarde reserva sobre sus nombres. Dado que la mayoría no ha ido a Siria en años, a más de que sus familias también han emigrado, su posición se torna más ideológica que práctica; no han vivido en carne propia el horror de los heridos ni han visto el caos causado en la lucha civil por imponer una u otra idea.
Otro tipo de vivencia me ha relatado mi colega Souha, una mujer de Alepo cuya edad debe bordear los 50. Me permite que incluya su nombre, y pasa a contarme que ella sí ha regresado a su país natal en varias ocasiones a fin de procurar quedarse, pero repetidas veces, la falta de seguridad ha hecho que vuelva a salir. Ahora, ya no tiene ningún familiar por allá. Souha está convencida de que el inicio de las protestas fue de carácter pacífico, pues los ciudadanos exigían mediante marchas, que haya mejoras en la infraestructura, alzas de sueldo, mayores libertades básicas. Souha dice que había un verdadero espíritu revolucionario, en el sentido de que se quería un cambio para mejorar las condiciones de vida de la población, pero pronto, grupos ajenos al espíritu de las protestas, alzaron su voz a favor de un solo tema: el derrocamiento de Al Asad, lo que creó tensiones con quienes no pedían eso necesariamente.
Souha, igual que cientos de migrantes sirios dispersos por el mundo, muchos en calidad de refugiados, expresan en la red la esperanza de que su país reciba la intervención de una potencia como Estados Unidos que pueda dispersar el caos que hoy existe. Me dice, sin embargo, que muchos sirios se sienten decepcionados del mundo porque tal parece que el interés que prevalece, es conseguir la entrega de armas químicas y retirarse, dejando a la población civil en el mismo estado de violencia, como si las muertes diarias no importasen.
La mayor parte de blogs que los ciudadanos sirios han creado, a favor o no de un ataque, divulgando aspectos del conflicto que no salen a la luz a través de los canales occidentales de noticias, se encuentran en idioma árabe, por lo que su lectura se halla restringida.
Confirmo que los viajes por las opiniones de la gente suelen enseñarnos tanto, y a menudo más, que los sitios en sí mismos. En la base del conflicto sirio es imposible no percibir un sentido de retroceso como paradoja de un mundo invadido de sofisticada tecnología. Se habla de que hoy hasta la guerra es más refinada porque las armas disponibles son de características admirables, cuando en realidad asistimos a un espectáculo de involución como raza humana. Visto así, Einstein tuvo razón al afirmar: “no sé cómo será la tercera guerra mundial, pero sé que la cuarta será con piedras y lanzas”.
* Ecuatoriana residente en Emiratos Árabes Unidos, es profesora de la Universidad Rochester Institute of Tecnhology, en Dubai.