Es justo y necesario rendir homenaje a este gran hombre, excelente escritor, en el centenario de su nacimiento (31 de agosto de 1913), en la poética y paradisíaca ciudad de Cuenca
Su obra literaria se da a conocer a partir de 1928, cuando el escritor que apenas contaba 15 años estrenó una comedia en la que actuó su amigo Luis Moscoso Vega, entre adolescentes participantes. Desde entonces su obra ha continuado enhiesta, lozana y vibrante hasta sus últimas narraciones publicadas en la década del 2000. Su obra se circunscribe principalmente al cuento y la novela, aunque el teatro siempre le fascinó. Su obra dramática ha sido presentada en Cuenca, Quito y Nueva York. Su narrativa ha sido altamente elogiada por la crítica seria y académica de los Estados Unidos y por ello está en todos los grandes institutos de educación y bibliotecas del país del norte.
No hace falta un recuento de sus escritos pues estos se hallan en la solapa de cualquiera de sus publicaciones, pero sí queremos destacar su magistral cuento Arcilla Indócil y su impresionante y trascendental novela El Peso de la nube parda, que se colocan entre lo mejor y más representativo de la narrativa ecuatoriana. Desafortunada e injustamente su obra era ignorada en estudios académicos pertinentes al género en el Ecuador. Ya lo anoté claramente en mi estudio El cuento ecuatoriano 1970-2003, libro en el que incluyo el estudio de Arcilla indócil –pese a que Montesinos Malo, por su fecha de nacimiento, no pertenecía al grupo de escritores estudiados. Mucha alegría me dio al observar en las subsiguientes ediciones de las antologías que había mencionado por nombre, que recogían al escritor Montesinos Malo. Debe indicarse que para la fecha ya existía el estupendo estudio de Alejandro Carrión de 1959, que sirve de prólogo a la colección de cuentos titulada Arcilla indócil publicada en Quito (cabe preguntarse a estas alturas por qué la Casa de la Cultura Ecuatoriana publicó este libro en 1959 cuando la colección fue galardonada con el premio José de la Cuadra en 1951 y la publicación, como parte del premio, debía ser en seguida) al igual que el estudio del mismo crítico, Alejandro Carrión, en el Diccionario de la literatura latinoamericana, Ecuador, publicado en Washington en 1962 y más recientemente el estudio Narrativa cuencana de Jorge Dávila publicado en Cuenca en 1993.
Podría referir al lector a mi estudio de su obra que se incorpora al libro La narrativa de Azuay y Cañar para justificar el juicio de excelente escritor; sin embargo, queremos someramente puntualizar los ápices, los momentos claves de sus páginas: En primer lugar la diafanidad, la propiedad y sobriedad del lenguaje que se amalgama en un estilo mesurado y prístino, clásico en la expresión. Y sus personajes, arrancados de raíz de su medio. Cuando leí parecía encontrarme en San Joaquín, villorrio aledaño a la ciudad de Cuenca, por el léxico, las costumbres, los juicios y prejuicios. No obstante, partiendo de lo local, Montesionos Malo logra universalizarlos, porque del mismo modo pudieran darse estos personajes en un pueblo de Grecia o Italia, dado que las pasiones humanas son las mismas: celos, amoríos clandestinos, traiciones, empeños, sueños, etc. Como que ése es el centro temático de sus cuentos y novelas, con personajes que se salen sin control del autor a actuar guiados por su propia idiosincrasia (creación del autor); son como dije en mi estudio,”actuantes verídicos, humanos, personajes que palpitan en el acontecer diario y los identificamos porque en algún momento de nuestra vida hemos visto a esas creaciones… Soledad (la protagonista del cuento Arcilla indócil, que es cuento titular de la colección de cuentos del mismo nombre) es uno de los personajes más atrevidos, de enorme penetración sicológica y una auténtica creación. Ergo, una joya de la literatura ecuatoriana”. Por todo lo anotado cabría preguntarse ¿qué homenaje le rinde su ciudad natal a través de sus órganos de cultura, igual el estado ecuatoriano a través del Ministerio de Cultura o de la Casa de la Cultura? ¿Es que Montesinos Malo por su independencia política y estética seguirá como en vida marginado sin que se reconozca su valor artístico? No se puede permitir que se siga cometiendo una injusticia de esta laya: Es justo y necesario rendirle homenaje a un gran hombre y excelente escritor.
Esta situación atenuante de su obra quizá obedezca al hecho de que él fue un hombre totalmente independiente en sus ideas tanto políticas como estéticas y no quiso que lo encasillaran en tal o cual escuela literaria y se sentía ufano de escribir con la desbordante imaginación y arte creativo natos. Recuerdo cual fuera hoy algunas conversaciones sobre Cuenca de antaño y de allí decantábamos en la literatura. “Antuco –así me llamaba- yo no sé a quién se le ocurrió decir que yo pertenezco a la Generación del 30 si no tengo nada que ver con ellos…que soy de los escritores del 40, ¿por qué, si todavía sigo escribiendo? Hasta a algún crítico cuencano se le vino en mientes aseverar que con Cuesta y Cuesta soy de la Generación de Transición… ¿Transición de qué, de lo antiguo a lo moderno? No, yo son un escritor de todos los tiempos”. Y continuaba enfático, “Yerran más cuando hablan de influencias, pues yo soy un lector universal… Me inspiran y fascinan autores como Shakespeare”. Interpuse que por el retrato del ambiente y los personajes había un hálito de la novela realista española, principalmente de Galdós, y él subrayó que entre los españoles le gustaba más un Ramón del Valle Inclán, por su rebeldía. Y así devenían nuestras charlas anotando que no hay razón para que temas y estilos se comparen con los de otros, pues son originales y de su factura.
Unámonos por todo ello para exigir a las autoridades pertinentes un homenaje digno del gran escritor cuencano, un gran escritor ecuatoriano, un gran escritor, en una palabra, y conseguir que se publiquen sus obras completas, como primer paso a un reconocimiento con sindéresis.