Por Eugenio Lloret Orellana

 

Eugenio Lloret “A lomo de indio”, de los indios explotados por los patriarcas de entonces y al mismo tiempo representantes vitalicios en los Congresos, se hizo el progreso de las Provincias Azuayas
   
   

 

La historia de la energía eléctrica en el Azuay y la región tiene una epopeya como para contarse brevemente en estas líneas, ahora al recordar los 30 años de la puesta en operación de la Central Paute, obra colosal del siglo XX y la construcción del Proyecto Sopladora, la tercera fase de un plan gigantesco que se lleva adelante con todos los adelantos técnico- financieros dentro del Proyecto Paute Integral: Mazar- Molino- Sopladora.
 
Me refiero a la historia de los GUANDEROS, o sea, de los indios conciertos de las haciendas de Azuay y Cañar que en el año de 1914 cargaron sobre sus espaldas desde la estación de Huigra, cruzando el murallón inhóspito del páramo del Azuay, la dínamo de la Primera Planta Eléctrica que llegó a Cuenca, por empeño de don Roberto Crespo Toral, empresario de los primeros de Cuenca y del Gobernador, Dr. Abelardo J. Andrade.
 
Los indios conciertos se trajeron, paso a paso, sobre sus espaldas, marchando acompasadamente por profundos cangilones, toneladas de hierro y acero, en un largo viaje épico, que no se ha dado sino una sola vez en las dípticas del progreso nacional: “a lomo de indio”  como se dijo entonces, vino el primer dínamo de 37.5 kilovatios para la luz eléctrica a Cuenca, como “ a lomo de indio “ por los chaquiñanes de Tipococha, de Huigra, de Naranjal, del Cajas, vinieron trapiches, campanas, pianos, lámparas, espejos, piezas de automóviles y todos los artefactos de la civilización moderna, cuando no había caminos para llegar a Cuenca, cuando más las espaldas de los indios.
 
“ A lomo de indio “ de los indios explotados por los patriarcas de entonces y al mismo tiempo representantes vitalicios de la Provincia en los Congresos, se hizo el progreso de Cuenca, propiamente de las Provincias Azuayas,
 
 
 
pues que con este nombre se logró la Independencia Política el 3 de Noviembre de 1820. Y bajo este cognomento se hizo en gran parte la historia del pasado.
 
En 1920, año del Centenario de la Independencia de Cuenca, los Guanderos por poco no se cargan el biplano “ Telégrafo I “ que, gracias a la decisión de Elia Liut, un aviador italiano de la Primera Guerra Mundial, se posó victorioso en el campo de Jericó, al sur de Cuenca, el 4 de noviembre, después de cruzar por vez primera los Andes y fue cuando entonces enloqueció de júbilo la gente y echó a los aires botellas de champaña y repiques de campanas.
 
Y, sin embargo, en esta historia de la Luz Eléctrica, nadie quiere acordarse de los Guanderos, que un día se trajeron la primera dínamo y lo plantaron en Monay, como un reto a la falta de caminos en toda la región.
 
Costó algunas vidas esta pequeña- grande epopeya, que bien merece un monumento, como mereció una novela que Joaquín Gallegos Lara la escribió en una hacienda de Cañar, aunque es cierto que por un desconocido designio, cuando la tuvo terminada, la destruyó, como también es cierto que en la noche del 10 de agosto de 1914 en la Plaza de Armas se leyó por primera vez un letrero luminoso que decía “Luz en Cuenca”, mientras centenares de insectos revoloteaban encandilados alrededor de los bombillos.
 
Un monumento se merecen por eso los Guanderos del Azuay y Cañar, por lo mucho que hicieron a favor del progreso comarcano, más aún ahora que estamos muy próximos a proclamar la independencia energética del Ecuador, cuando en el 2016 estarán en operación ocho proyectos hidroeléctricos, con lo cual dispondremos, seguramente, de la matriz energética más limpia del mundo.
 

 

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