Por Eliécer Cárdenas

 

Eliécer Cárdenas
En el próximo período habrá una oposición tan minúscula, que virtualmente pasará desapercibida, como no recurran algunos de sus integrantes a los famosos “shows mediáticos” tan abominados por el oficialismo porque hacen bulla, justamente. La bancada mayoritaria de PAIS, por su parte, tiene la cartilla clarísima, a través del Código de Ética que prescribe una estricta obediencia, una total discreción, una absoluta disciplina 

 

 

 

La oposición en la Asamblea que está por concluir su período hizo su último, y por supuesto fallido intento de que prevalezca su punto de vista en torno a la Ley Orgánica de la Función Legislativa, proyecto que fue vetado entre acres palabras del Presidente de la República, hace un año, cuando criticó de manera acerba la concertación que se había producido para aprobar en el Parlamento esa Ley, entre miembros de la bancada de PAIS y elementos de oposición. 
 
La reacción presidencial motivó que algunos asambleístas –por ejemplo María Paola Romo- se deslindaran definitivamente del oficialismo, en tanto otros como Paco Velasco manifestaban su humillación e incomodidad. Esto tuvo como antecedente la frustrada fiscalización al ex Fiscal Pesantez, defendido como es costumbre con sus colaboradores, a capa y espada por el Mandatario. 
 
La oposición tomó el argumento de que si hubo los votos suficientes para aprobar ese proyecto de ley hacía un año, para enviarlo al Ejecutivo que lo vetó, ahora debían aparecer nuevamente esas voluntades. Ejercicio lógico pero del todo abstracto, puesto que en aquellos doce meses que mediaron entre el veto de la ley y la posibilidad constitucional de volver a tratarlo, mucho agua había corrido bajo los puentes. En primer lugar, la futura Asamblea es tan incontrastable en el peso oficialista, que prácticamente no habrá motivo ni espacio para ninguna concertación con los opositores, y en segundo término, el Presidente ya ha dado a conocer muchísimas veces su opinión respecto a concertar. 
 

Nada con la “Partidocracia”, lección que fue convenientemente asumida por los legisladores oficialistas, en buena parte reelectos, por lo cual justamente pudieron presentarse nuevamente a los comicios. 

Esta despedida de una oposición más o menos amplia, pero que careció por completo de estrategias adecuadas, constituye el postrero episodio de una acción oposicionista de cierta envergadura, justamente la que a lo largo de los últimos cuatro años motivó la exasperación presidencial. En el próximo período habrá una oposición tan minúscula, que virtualmente pasará desapercibida, como no recurran algunos de sus integrantes a los famosos “shows mediáticos” tan abominados por el oficialismo porque hacen bulla, justamente. La bancada mayoritaria de PAIS, por su parte, tiene la cartilla clarísima, a través de los “mandamientos” emitidos en el Código de Ética de la agrupación, que prescribe una estricta obediencia, una total discreción, una absoluta disciplina. 
 
Así, las leyes que se aprueben pasarán con la rapidez de una lubricación expedita que evite sorpresas, la aparición de díscolos o inconformes en el bando oficialista, ahora que ya no habrá aliados más o menos confiables, sino sólo militantes de PAIS de probada fidelidad al Presidente. Pero nadie quita que haya sorpresas en tan tranquilo panorama, porque la política no es una ciencia exacta sino una actividad humana, siempre sujeta a los imponderables. 
 
 

 

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