Por Alba Luz Mora

 

Alba Luz Mora En la campaña para elegir Presidente y asambleístas, hemos podido advertir que la postura de los ocho candidatos ha adolecido de valentía para señalar los errores y desequilibrios para juzgar al candidato oficial, y ausencia de planteamientos prácticos y concretos ante las demandas de todos los sectores ciudadanos
 
El Presidente Rafael Correa, dinámico e incansable en sus giras por el país, ha buscado todas las estrategias para captar la simpatía popular, y ha aprovechado bien el aparato estatal que ha favorecido su presencia en todos los puntos geográficos, ciudades pequeñas y grandes, con un equipo de comunicadores eficientes que portan información oportuna y clara. La facilidad con que ha logrado las adhesiones del pueblo y la esperanza que ha despertado en los marginados, torna difícil vencerlo.
 
Alberto Acosta, el candidato que logró unir a las izquierdas ecuatorianas y conquistar a los disidentes del partido de gobierno, ha sido como “una piedrita en el zapato”, que ha incomodado al aspirante a la reelección; y que, con el mensaje concreto, inteligente y claro ha logrado la adhesión de la mayoría de los intelectuales y artistas de izquierda, de los partidos definidos ideológicamente como el MPD, el Socialismo en pleno y organizaciones de avanzada.
 
Frente a este panorama hallamos al economista Guillermo Lasso, sin experiencia política en realidad, mejor institucional, que ha aglutinado las fuerzas de derecha, los sectores de la centroizquierda (Izquierda Democrática y Democracia Popular) y gente independiente que cree ver en él una solución para volver a una sociedad democrática y respetuosa de las libertades que hoy están conculcadas. Está, además, el Coronel Lucio Gutiérrez, ex Presidente del país, quien sin recordar que el pueblo ecuatoriano lo depuso por un Gobierno que no tuvo un rumbo claro y acertado, 
 
volvió a candidatizarse y despliega una gran actividad y fortaleza con ofertas políticas, por momentos muy audaces y hasta irresponsables, cuyos contenidos podrían convencer a los ecuatorianos.
 
   Alvaro Noboa juega la quinta carta en busca de la Presidencia, esta vez acompañado por su esposa como binomio. No se conoce en la historia del país otro candidato que haya persistido tanto en busca del solio presidencial, derrota tras derrota.
 
   El candidato roldosista Nelson Zavala, pastor evangélico, asoma por primera vez en la política, con el respaldo de Abdalá Bucaram, exiliado en Panamá, que hace esfuerzos de control remoto por mantener con vida al partido que le llevó a la Presidencia en 1996.
 
Los postulados más jóvenes, Norman Wray y Mauricio Rodas, provenientes de una generación inconforme con el manejo del Estado, han optado por ofertas remozadas, de cierto equilibrio y lógica bien planteadas, con una visión de ideas definidas ideológicamente hacia la izquierda en el caso de Wray, y bastante coherentes, equilibradas en sus postulados y novedosas en el caso de Rodas. 
 
   Ellos quieren atraer a la gran masa juvenil que hoy participa por primera vez y que tiene en porcentajes un número mayor de ciudadanos que las anteriores generaciones. Así la realidad política que vivimos nos tiene ya a las puertas de una decisión importante, cuyos pronunciamientos deberían ser acertados y que busquen como fin primero la estabilidad democrática y la tranquilidad social.

 

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