Por Alba Luz Mora

 

Alba Luz Mora Tres de las propuestas de avanzada ideológica, que pudieron ser una sola, han optado por su propio camino y están rivalizando penosamente entre sí, aunque caminen por el mismo andarivel, y otras responden no tanto a sus propuestas ideológicas y creencias grupales, sino mejor al deseo de mantenerse vigentes en el ambiente político nacional
 
La forma como se ha organizado el proceso eleccionario del 13 de febrero en nuestro país, con exageradas condiciones y reglas del juego. La proliferación de candidaturas para un electorado todavía pequeño y no siempre bien informado. Las diversas posiciones políticas adoptadas por cada postulante y sus partidarios, han contribuido para que un gran sector de la población permanezca todavía expectante e indefinida, quizá hasta confundida, cuando tres de las propuestas de avanzada ideológica, que pudieron ser una sola, han optado por su propio camino y están rivalizando penosamente entre sí, aunque caminen por el mismo andarivel, y cuando otras responden no tanto a sus propuestas ideológicas y creencias grupales, sino mejor al deseo de mantenerse vigentes en el ambiente político nacional.
Otros factores que deben ser considerados y que no se pueden ignorar es el gran porcentaje de jóvenes que votarán por primera vez y que requieren clara información para expresar su adhesión o ignorar las propuestas para definirse por uno de los postulados o para anular el voto. Tan solo el hecho de que haya tres opciones de izquierda de parecido origen y alineación ideológica y que actúen separadas, seguramente les parecerá desconcertante e inesperado.  
En cuanto a la fórmula que propone el movimiento SUMO y recibido como una alternativa más fresca y con interés, sobre todo porque ignoran las viejas y cansadas rencillas ideológicas y adoptan una actitud positiva, firme y definida, sería interesante analizar cómo pegó la propuesta.
  No así la del pastor protestante que confunde lamentablemente el ultraísmo religioso con el ejercicio político yéndose inclusive contra  aquella sentencia sabia de Jesús de Nazareth: “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
A este panorama se agrega la presencia de la derecha ecuatoriana y la candidatura centrista del banquero guayaquileño Guillermo Lasso, con una posición ecléctica, entre los dos extremos ideológicos, a lo mejor más cohesionada  y con respetable cantidad de seguidores, sin que haya podido integrar a la entente presentada por el movimiento del ex Presidente Lucio Gutiérrez, de tinte ecléctico y caudillista, y los grupos que respaldan a la figura ya legendaria  del abogado Álvaro Noboa, que no parece atraer a las clases adineradas ni a los movimientos de ultraderecha, sino buscar posiciones en la Asamblea Nacional.
Vivimos la dispersión ideológica, las discrepancias invencibles de siempre, las ambiciones personales mal disimuladas y la debilidad o contradicción de ciertas propuestas. Así avanzamos al 13 de febrero cuando se concretará la voluntad mayoritaria ecuatoriana. El solo hecho de reflexionar y advertir nuestras falencias, ver meridianamente la realidad y convenir en aquello que no queremos entender, aún podría cambiar un destino que preocupa profundamente, porque con él está ligado el futuro del Ecuador, que debería poner punto final al mismo círculo vicioso que nos impide aprender del pasado y en base de esa experiencia rectificar la conducta en el presente.

 

Suscríbase

Suscríbase y reciba nuestras ediciones impresas en su oficina o domicilio llamando al 0984559424

Publicidad

Promocione su empresa en nuestras ediciones impresas llamando al 0999296233