La afición por cantar reúne a empresarios, profesionales y amas de casa, desde 1985, bajo la paciente y entusiasta batuta de un maestro
 
El coro en su presentación el mes de julio pasado, en el teatro Sucre
 
Damas y caballeros de Cuenca juntan sus voces por amor al arte. La presentación del coro Santa Catalina en el teatro Sucre, el 24 de julio, estuvo reforzada con la actuación del guitarrista Carlo Magno García, el conjunto Añoranzas, de médicos del hospital Santa Inés, y el teatro experimental Barojo.
 
La historia del coro es una cadena de anécdotas, desde su nacimiento en diciembre de 1985, cuando el Gobernador Marcelo Vintimilla pidió al colegio Rosa de Jesús Codero  participar en un evento de arte en el parque Calderón. La monja Ana Victoria Delgado invitó a padres de familia a formar un coro para ese acto navideño, cuyo éxito contagió de entusiasmo a todos para mantener los ensayos y actuar en celebraciones importantes de Cuenca. El coro empezó interpretando música sacra y luego diversificó su repertorio con música nacional, latinoamericana y del concierto universal, para gustar a todo público.
 
En 1988, ya con importante prestigio, las religiosas del colegio auspiciante contrataron a un músico profesional para que lo dirigiera. Desde entonces, hasta ahora, tiene esta responsabilidad Luis Arindia Mosquera, que ha visto asomar y desaparecer bajo su batuta a empresarios, banqueros, profesionales, amas de casa, maestros. Él es de los pocos que sigue fiel a la causa. Con paciencia y amor  por la música, dirige los ensayos las noches de todos los lunes y martes, imponiendo la disciplina como norma de permanencia.
 
Lo que cohesiona a los integrantes es la vocación por el canto, que les induce inclusive a sacrificios, desde el tiempo dedicado a los ensayos y el aporte para pagar el arriendo del local, los uniformes y gastos indispensables. Los miembros no cobran, sino pagan una cuota mensual para pertenecer al coro.
 
El tiempo y la disciplina han logrado imponer profesionalismo. El 14 de mayo de 1990 se publicó en el Registro Oficial No. 436 el estatuto que le rige como Fundación Artístico-Cultural para interpretar, ejecutar y difundir la música coral en todas sus manifestaciones.
 
La trayectoria del coro ha sido ascendente, cada vez con más acogida, pero no han faltado las crisis, por la inestabilidad de quienes aparecen con entusiasmo y desaparecen sin poder someterse a los ensayos después de las jornadas cotidianas. Hay, sin embargo, siempre, gente nueva que suma sus voces para mantener vivo al conjunto. El Congreso Nacional y la Municipalidad de Cuenca le han conferido distinciones honoríficas.
 
Eje y motor es el Director, Luis Arindia, quien estudió piano en el Conservatorio José María Rodríguez de Cuenca; es doctor en música, con estudios en España de dirección de orquesta, coros y armonía superior. También cursó en Chile para dirección de coros y se graduó de profesor de educación musical. Dirigió la Orquesta Sinfónica local y fue profesor de Musicología en la Universidad del Azuay: la música es su profesión, su vocación y su vida.
 
Enrique Fernández de Córdova, uno de los fundadores, conoce al detalle la trayectoria del coro, que lo presidió dos décadas hasta abril anterior, cuando le sucedió José Rodríguez Serrano. Siete veces el Santa Catalina participó en festivales nacionales de coros en Guayaquil y en dos internacionales, logrando reconocimientos. En 1998 grabó un primer disco con auspicio del Banco del Azuay y en 2000 otro, con apoyo del Banco del Pichincha.
 
En casi 28 años desde su constitución, por el coro han pasado más de 500 personas. Las principales causas de deserción son matrimonios, incompatibilidad en horarios de trabajo y ensayos; graduaciones profesionales o cambios de residencia.
 
Siempre hay más mujeres que hombres, lo que es recomendable, por técnicas de balance de voces. La edad de los y las cantantes va de menos de veinte a más de ochenta años. Son usuales casos de padres, madres, hijos y nietos integrados al coro.
 
“Somos una  familia”, dice Enrique Fernández de Córdova para referirse a las relaciones entre los miembros. Él conoce también anécdotas en la vida de la organización, como el caso de una dama que se desmayó en vísperas de una presentación y tuvo que ser llevada a un hospital a la velocidad de una ambulancia.
 
No faltan las chispas del humor, como cuando en un ensayo una dama se volvió a cuchichear con un compañero y el director, malhumorado, le reclamó porque “antes de que yo termine usted ya se da la vuelta…”, frase que hizo reventar, en coro, una carcajada colectiva.
 
En un festival internacional, un coro colombiano interpretó una canción llamada El Carbón, que era parte del repertorio del coro cuencano. Entre presentarla o no, optaron por repetir la canción que ya escuchó el público que, al advertir las diferencias entre la una y la otra versión, se puso de pies para aplaudirlos.
 
El coro fue invitado a participar en el estadio Atahuallpa de Quito en la posesión de Lucio Gutiérrez como Presidente de la República. Se los alojó, en un galpón de conscriptos del cuartel Epiclachima. y el ambiente no era acogedor, pero aceptaron pernoctar para experimentar una conscripción y se mudaron a un hotel al otro día.
 
De 69 personas con las que empezó el coro en 1985, siete se mantienen aún: Joaquín Moreno, Fanny Molina, Delia Hidalgo, Enrique Fernández de Córdova, Beba Jaramillo, Alicia Tamariz y Magdalena Peña. Además, 13 han  fallecido.
 
El primer coro, constituido en 1985, con la religiosa Ana Victoria Delgado, que lo dirigía entonces.
 
 
 
 
Un estímulo municipal
 
La subsistencia del coro Santa Catalina es posible gracias al empeño de su Director y de los integrantes, venciendo dificultades financieras permanentes, superadas con la ocasional colaboración de empresas y entidades culturales de la ciudad.
 
Pero ahora se han abierto esperanzas de estabilidad a futuro, por un convenio con la Municipalidad de Cuenca, que aporta 500 dólares mensuales para “fortalecer, solventar, apoyar y respaldar la labor artística y cultural del Coro Santa Catalina”. El Director Municipal de Cultura, Diego Carrasco Espinoza, apoyó el proyecto que busca hacer del grupo  el coro oficial de la ciudad.
 
El 14 de abril del presente año suscribieron el convenio el Alcalde Paúl Granda y el entonces Presidente del Coro Santa Catalina, Enrique Fernández de Córdova, uno de los integrantes que permanece desde la constitución en 1985 y ha presidido el coro desde 1993 hasta abril del presente año.
 
La Municipalidad, aparte del aporte económico, facilita los equipos de amplificación para las presentaciones en la Catedral Vieja y en el teatro Sucre, así como asume la promoción y difusión de las actividades.
 

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