Desde la infancia Benítez no hizo otra cosa que perseguir la excelencia en lo que había escogido como su destino y su gloria: el Fútbol
 
 
La muerte súbita del futbolista Christian Benítez ha conmovido al país: entre el asombro y la incredulidad, en los ámbitos oficiales, particulares y domésticos, las desconcertantes dudas se hicieron realidad el lunes 29 de julio como un mal inicio de la semana.
 
Con apenas 27 años, el “Chucho”, como era conocido en las esferas nacionales y extranjeras de la fama, se consagró como un delantero de insustituible valor en la Selección Nacional del Ecuador y en equipos de México, Europa y Qatar de los que formó parte junto a figuras internacionales del balompié. 
 
Víctima de una peritonitis que le destruyó en tres horas, Bénitez fue a morir muy lejos, apenas acompañado de su esposa, Liseth Chalá, con quien contrajo matrimonio en 2007 y había procreado tres hijos. En mayo de este año se había incorporado al equipo El Jaish Social Club de Qatar, radicándose en Doha, la capital, una ciudad de aproximadamente 1.8 millones de habitantes.
 
Hasta el 31 de julio no había una versión definitiva sobre la causa de la muerte del deportista, pues aunque de la autopsia se desprendía que habría sido por un paro cardíaco, quedan flotando dudas sobre si  recibió atención oportuna y adecuada en un hospital de Doha al que fue llevado de emergencia por su esposa.
 
Qatar es un emirato árabe ubicado en la península del Golfo Pérsico, cuya principal fuente de ingresos constituye la explotación petrolera y del gas natural.
 
La muerte repentina del futbolista conmovió a los ecuatorianos e inclusive en diversos países del mundo, por tratarse de una figura destacada que prometía grandes esperanzas para que el Ecuador asegurase su participación en el próximo Campeonato Mundial de Brasil. La promesa de la Selección es, en homenaje a su memoria, lograr esta aspiración.
 
Su trayectoria futbolística empezó en la infancia en Esmeraldas y dedicó su vida a perfeccionarse para ser la figura internacional que fue. Es impresionante el espacio que dedicaron medios de comunicación del Ecuador y de la América Latina para destacar su calidad humana y deportiva, enfocándolo como ciudadano, como filántropo del deporte y en beneficio de clubes, personas y obras de su provincia. 
 
En los compañeros de la Selección Ecuatoriana y en los admiradores, queda la imagen de alegría y entusiasmo que supo infundir en la cancha de juego y en el festejo de los goles espectaculares que le dieron fama. Según estadísticas oficiales, jugó 370 partidos de fútbol, anotando 167 goles. Fue un futbolista exitoso y la muerte le proyectó a la gloria a este personaje que dedicó su vida a hacer con excelencia lo que había escogido como su destino: el fútbol.
 
 
La reacción colectiva de pesadumbre –sin distinciones económicas y sociales- por la inesperada muerte de Benítez, es una evidencia de que el Fútbol constituye un fenómeno social profundamente enraizado en el corazón de las masas: el goleador en vida es un ídolo o un héroe y tras la muerte una leyenda…
 

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