Por Julio Carpio Vintimilla
Según Toynbee, una civilización nace con una religión y se muere con ella. El historiador inglés no está solo: hasta Nietszche -- tan básicamente irreligioso -- reconoció, en cierta medida, la importancia histórica de la Iglesia Católica, una poderosa y muy significativa derivación del Imperio Romano. La Civilización Clásica -- grecorromana -- nació con las primeras religiones mediterráneas y se extinguió con la decadencia del Paganismo. |
Si usted no puede ver el bosque, casi seguramente, tampoco podrá ver los árboles separados. Nos explicamos. Todos los hechos del mundo deben examinarse dentro de sus circunstancias; todos los textos deben ser comprendidos dentro de sus contextos. Algo muy general, ciertamente. Y algo que -- en el caso que tratamos hoy -- puede aplicarse también a la historia. En efecto, las historias nacionales sólo pueden comprenderse bien dentro de la historia del mundo. Es decir, en el marco de una teoría íntegra del pasado humano. En este sentido, y a su modo, la Biblia y el Materialismo Histórico tienen una elemental y básica función explicativa. (Los acaeceres que se producen entre la Creación y el Paraíso de los justos. / Lo que ocurre entre el Socialismo primitivo y la sociedad sin clases.) Por el mismo camino, -- pero con una dotación intelectual muy varia y sofisticada -- marchó aquel que puede considerarse el mayor de los historiadores del siglo XX: el inglés Arnold Joseph Toynbee.
Quizás Toynbee sea, para la historia, lo que su compatriota Darwin fue para las ciencias naturales: el gran explicador; el hombre que halló la clave precisa de un campo del conocimiento. Con su teoría de las civilizaciones, Toynbee le dio sentido a lo que, de otra manera, sería un ilimitado conjunto de procesos y hechos dispersos e inconexos. Para tal efecto, nuestro historiador identificó una veintena de civilizaciones. Y se dio cuenta de que éstas se forman con la unión de varias o muchas culturas. (La cultura -- en el presente significado histórico -- no es del todo un concepto toynbiano; es, más bien, el componente intermedio de las civilizaciones, encontrado y caracterizado por los antropólogos.) Así, la civilización clásica mediterránea incluye, principalmente, a las grandes y avanzadas culturas griega y romana. Y la Civilización Occidental ha llegado a incluir hoy elementos de la mayoría de las culturas del mundo; o a prestar los suyos propios y originales a casi todas las demás. (Baste señalar aquí, en ambas direcciones, la progresiva, multifacética y homogenizadora globalización.) Bien. Ahora, -- desde otro punto de vista, ciertamente muy limitado -- la historia del Ecuador no podría entenderse fuera del marco de referencia de las civilizaciones Occidental e Incásica. Y, desde luego, sin el antecedente de las culturas española, francesa, inglesa, estadounidense, quechua, quiteña, cañar, valdivia, manteña…
Y observemos, en seguida, el eje civilizatorio de la religión. Según Toynbee, una civilización nace con una religión y se muere con ella. (En tal examen o aprecio religiosos, el historiador inglés no está solo. Hay también otros pensadores. Hasta Nietszche -- tan básicamente irreligioso -- reconoció, en cierta medida, la importancia histórica de la Iglesia Católica; considerándola una poderosa y muy significativa derivación del Imperio Romano.) Sigamos. La Civilización Clásica -- grecorromana -- nació con las primeras religiones mediterráneas; y se extinguió con la decadencia del Paganismo. Por su parte, la Civilización Occidental nace con el Cristianismo primitivo. (Antecesor: el Judaísmo.) Y, supuestamente, debiera estarse muriendo con el actual poscristianismo. (La semilaica herejía marxista, hoy debilitada; la decadencia del Catolicismo; el laicismo generalizado; el agnosticismo y el ateísmo, aún minoritarios, pero crecientes…) En los dos milenios transcurridos, entre uno y otro hecho, la Civilización Occidental desarrolló unos notables arte, filosofía, ciencia, tecnología…; con empresas y logros inusitados y enormes. Y la política evolucionó desde los toscos y pequeños señoríos feudales hasta las sofisticadas y grandes democracias modernas. La civilización, pues, fue creciendo y consolidándose; al modo de los anillos que forman el tronco de un árbol gigantesco. Y su formador eje central fue pasando de la vida plena a la muerte relativa. Ligníficandose… La metáfora nos ha servido bien.
El argumento parece convincente. ¿Pero lo es en verdad? Y aquí nos llegan las dudas. ¿Cómo saber si todas las civilizaciones entran dentro de la amplia regla religiosa? (¿Habrá, al respecto, el conocimiento suficiente?) ¿No estaremos ante un determinismo religioso? ¿Los florecimientos y las decadencias chinas se relacionan con las fluctuaciones de su fe? (Sólo los sinólogos competentes podrían saberlo.) ¿La revolución copernicana de los Mayas -- ocurrida antes de su equivalente occidental -- mantiene la supuesta correspondencia? (¿Quién podrá saberlo?) ¿Cómo evolucionará la Civilización Occidental de ahora en adelante; ya prácticamente despojada de su religión formadora? Parafraseando a Borges: ¿No será la filosofía de la historia -- como la teología y el sicoanálisis -- nada más que una parte de la literatura fantástica? Y -- además y mucho más allá -- hay quienes dicen que la inteligencia humana nunca podrá comprenderlo todo; siempre algo se le escapará…Y, en fin, -- como afirmó un poeta, apelando también a la metáfora vegetal -- las teorías son siempre grises; y sólo el árbol de la vida es verde… Así es o así se supone. Pero sin las teorías, -- provisionales sin excepción y a veces endebles --¿podríamos nosotros comprender el complicado mundo en que vivimos?
Arnold Toynbee, pensador inglés
¿No estaremos ante un determinismo religioso? ¿Los florecimientos y las decadencias chinas se relacionan con las fluctuaciones de su fe? (Sólo los sinólogos competentes podrían saberlo.) ¿La revolución copernicana de los Mayas -- ocurrida antes de su equivalente occidental -- mantiene la supuesta correspondencia? (¿Quién podrá saberlo?) ¿Cómo evolucionará la Civilización Occidental de ahora en adelante; ya prácticamente despojada de su religión formadora? Parafraseando a Borges: ¿No será la filosofía de la historia -- como la teología y el sicoanálisis -- nada más que una parte de la literatura fantástica? |