Por Marco Tello

Marco Tello Rodeado de notas de venta y de facturas, su mundo real es el de los asientos contables, sin otros valores que el debe y el haber, el déficit y el superávit; y resulta explicable que quien está dedicado en cuerpo y alma a cuadrar cifras contables acabe con la cabeza cuadriculada, invulnerable a los suspiros y a los sentidos figurados

 

A ojos de buen cubero podría calcularse, sin mucho margen de error, que anda por los cuarenta, si bien no es una lisonja suponerlo de una dama. Era de ordinario jovial, comunicativa; no bien abría los labios, le bailaban los ojos. Pero desde hace un par de semanas ha mudado de carácter de modo tal que quienquiera apostaría a que lleva quince días sin pegar el ojo.

Los colegas fantasiosos se muestran preocupados y entretejen historias para conjeturar la causa de semejante cambio operado en un abrir y cerrar de ojos.

Sin embargo, del conjunto de rumores que circulan alrededor de la infortunada, se podría extraer alguna explicación. Dicen que anda enamorada; que le tiene echado el ojo a uno del departamento contable, un hombre como hay pocos, cortés, apuesto, rubio;  pero largo y aburrido como feriado de semana santa. Privado de la sal de la imaginación, su laconismo toca en ocasiones la flauta del humor.

Sin embargo, hay algo más desconcertante: él aparenta ser mucho menor a ella. Para colmo, se rumora que hasta hace pocos días la dama era todo ojos en las horas de trabajo; merodeaba cerca de él, afable o autoritaria, ya que es la jefa inmediata; pero él, inclinado sobre las cuentas, la ignoraba con un mirar de extraterrestre.

También se ha intentado atribuir el mal genio de la mujer a que ha empezado a subir de peso a ojos vistas. A una dama aún en trance de merecer, eso obliga a renovar el guardarropa, a someterse a dietas insufribles y a seguir rigurosos tratamientos que a la postre sirven de poco y cuestan un ojo de la cara. Por lo visto, tantos esmeros no han surtido efecto en el  ánimo del imperturbable contador.

Sobre la actitud del hombre por quien ella suspira se cree que se trata de una deformación profesional, como hay tantas. Rodeado de notas de venta y de facturas, su mundo real es el de los asientos contables, sin otros valores que el debe y el haber, el déficit y el superávit; y resulta explicable que quien está dedicado en cuerpo y alma a cuadrar cifras contables acabe con la cabeza cuadriculada,

 

 

 invulnerable a los suspiros y a los sentidos figurados; las palabras le son translúcidas como el cristal de sus anteojos, y  resultará pérdida de tiempo manipular delante de él con los significados.  

-¿Notas que ella te come con los ojos? –le preguntaron en el restaurante, ignorando que le arruinaban el almuerzo, pues la imagen era para él demasiado truculenta.

Pero hay rumores que se aproximan al abismo fortuitamente abierto entre los dos, que ha impedido que ella y él se aviniesen. Dicen que eso ocurrió en una animada reunión, celebrada hace quince días. En los primeros momentos todavía muy formales que habitualmente siguen a los brindis, mientras aún se prolongaban en el ambiente los acordes de “El lago de los cisnes” que evocan los amores entre Sigfried y Odette, ella se había dado modos y ya estaba junto a él. Entre frase y frase, entre uno y otro sorbo de vino, el fondo musical era propicio para romper el hielo:

-Parece que usted no sabe que yo hablo con los ojos –le dijo en tono confidencial.       

-¿Habla usted con los ojos? –preguntó asombrado, sin pestañar.

-¿Usted no lo ha notado? –insistió ella.        

Ajeno al sentido de la expresión, él se echó un poco atrás para comprobarlo y, sin quitarle los ojos de encima, le pidió afablemente algo que para él no era mucho pedir:     

-¡A ver…! Diga: Tchai-kovs-ky.

Esta es una versión, entre tantas, sobre la importancia que reviste para las interrelaciones la percepción del sentido. De igual manera, aunque el fondo musical que preside las actuaciones sea común, las diferencias perceptivas son capaces de dividir a los conciudadanos, de alejar a los gobernantes de los gobernados; y con frecuencia resultan aprovechables para escamotear la realidad.

 

 

 

 

Suscríbase

Suscríbase y reciba nuestras ediciones impresas en su oficina o domicilio llamando al 0984559424

Publicidad

Promocione su empresa en nuestras ediciones impresas llamando al 0999296233