Por Yolanda Reinoso
La experiencia como peatón es mi preferida. Se siente un mínimo temblor que puede subir de nivel dependiendo del tráfico, pero no al punto de causar miedo o inestabilidad. El viento sopla a ráfagas, unas más fuertes que otras, y si el día no está nublado, el perfil de esa genuina belleza urbana que es San Francisco no se recorta al fondo, sino que se ve como en tercera dimensión debido a que la ciudad se caracteriza, entre otras cosas, por sus empinadas colinas |
Al renombrado puente lo han visto todas las personas al menos fugazmente en alguna película. Al avistarlo desde la bahía de San Francisco, genera la impresión equivocada de una estructura estilizada y larga cuyo tono entre rojizo y anaranjado según la luz del sol, le permite resaltar con mayor singularidad que otros puentes.
Sin embargo, al pasar la zona del Presidio e ingresar a aquella donde empieza su recorrido, la estructura que de lejos parecía sólida dentro de los parámetros normales, resulta ser una verdadera fortaleza en cada detalle que compone su armadura, pues por ejemplo, el sistema de cables es de un grosor que pareciera exagerado considerando que otros puentes se sostienen gracias a cables mucho menos gruesos. Pero lo cierto es que cada elemento del Golden Gate Bridge hace de éste una maravilla de la ingeniería, pues la construcción tuvo que afrontar la turbulencia no evidente del océano Pacífico en el área, más la profundidad.
La autora en el puente, a pie de las imponentes torres que destacan en su estructura |
Al manejar por el puente puede sentirse la solidez de la construcción en el hecho de que no hay temblor, y la vista del océano así como de las altas torres da la sensación de estar en medio de la vastedad del agua en un barco.
La experiencia como peatón es mi preferida. Se siente un mínimo temblor que puede subir un tanto de nivel dependiendo del tráfico, pero no al punto de causar miedo o inestabilidad. El viento sopla a ráfagas, unas más fuertes que otras, y si el día no está nublado, el perfil de esa genuina belleza urbana que es San Francisco no se recorta al fondo, sino que se ve como en tercera dimensión debido a que la ciudad se caracteriza, entre otras cosas, por sus empinadas colinas.
A lo lejos se divisa Alcatraz, solitaria y terrible como es. Quizá debido al grosor de la estructura del puente, a más de la balaustrada que separa al peatón de una caída en vacío hacia el agua, no hay vértigo que moleste, y en ello coincidieron al menos la mayoría de personas que transitaban por el Golden Gate aquel día.
No es imposible que este factor contribuya también a la cantidad de suicidios que se han dado, y el problema ha alcanzado tal dimensión, que hoy existe un proyecto institucionalizado para asegurarse de completar hasta el 2013 la construcción de una red que impida a los suicidas pasar la barrera y arrojarse al vacío. Por ahora, hay teléfonos de emergencia rotulados con la leyenda “sí hay esperanza”, y el servicio de especialistas consejeros está disponible las 24 horas si alguien decide llamar en lugar de optar por la fatal decisión. Durante el día, gente entrenada en el tema patrulla en bicicletas, camuflada bajo la apariencia de un turista cualquiera. Hay también una patrulla marítima a la que alertan los encargados de las cámaras de seguridad, y letreros que exhortan a la gente a mantenerse atenta a fin de impedir más tragedias.
La “belleza letal”, como la calificó un reportero de un diario californiano, es un icono que representa a San Francisco como lo hace la torre Eiffel en París, el Empire State en New York u otros de tal índole.
La estética del Golden Gate conlleva la maravilla común a todos los puentes del mundo, y es que comunica un sitio con otro, permite unir a varias comunidades y a individuos. Este renombrado puente de acero acaba de cumplir 75 años, y un proyecto para reforzarlo contra los movimientos sísmicos propios de la zona se ha puesto ya en marcha, así que ojalá muchas generaciones disfruten de su utilidad y se sirvan del ejemplo de que la unión entre naturaleza y obra humana puede ser armoniosa.