Por Yolanda Reinoso

 

Aparece representado en los jeroglíficos y en las pinturas ornamentales que dan cuenta de la vida cotidiana de los miembros de esa civilización, resaltando en particular el hecho de que se les ve a menudo junto a faraones, aparte de que cuerpos momificados de este animal han sido encontrados en varias cámaras funerarias, lo cual permite concluir que se consideraban bienes valiosos

 

 
 
La primera vez que vi un ejemplar de galgo Saluki fue en el año 2003, cuando aún vivía en la ciudad de Al Ain, perteneciente al emirato de Abu Dhabi. Desconocía hasta entonces el rol histórico de estos animales en Medio Oriente, zona a través de la cual  habrían viajado junto con las caravanas de beduinos no sólo como compañía sino como ayudantes activos en el avistamiento y caza de gacelas. Se lo conoce también como “perro real de Egipto”, pues aparece representado en los jeroglíficos y en las pinturas ornamentales que dan cuenta de la vida cotidiana de los miembros de esa civilización, resaltando en particular el hecho de que se les ve a menudo junto a faraones, aparte de que cuerpos momificados de este animal han sido encontrados en varias cámaras funerarias, lo cual permite concluir que se consideraban bienes valiosos.
 
Ya desde el 2003 el emirato de Dubai, a través de un refugio canino, buscaba crear conciencia en la población musulmana, pues uno de los graves problemas es el abandono de canes y felinos. Tiene mucho que ver con el asunto un tema de corte religioso, dado que los practicantes del Islam observan la regla de mantener tanto el hogar como sus cuerpos en estado de limpieza; según la tradición, la presencia de suciedad en cualquier forma, le quita valor a la oración. El cambio de pelaje así como otros hábitos de canes no amaestrados, crean un rechazo hacia el perro como animal doméstico, por considerarlo sucio e impuro. 
 
Las cosas van cambiando lentamente, pero se nota ya mayor apertura hacia estos bellos animales, y en ese contexto, el perro Saluki parece haber llegado a ocupar un sitio especial en los afectos de las familias originarias de Emiratos Árabes. En el marco de la exhibición anual ecuestre y de animales de caza, este año un pabellón entero se dedicó a mostrar al público los mejores ejemplares de Saluki, y hasta hubo un concurso en el cual un joven árabe se llevó el primer premio como reconocimiento al buen cuidado de su mascota, reflejado en el brillo del pelaje, el excelente estado de la dentadura, la cadencia al andar, el peso etc.
 
Un experto en salukis me decía que un ejemplar saludable es de apariencia delgada, piernas largas y fuertes, músculo en el pecho, signo del buen estado de los pulmones, y el pelaje de la cola y las orejas más largo que el del cuerpo.
 
Con el rescate de esta raza de fuerte presencia en la historia del mundo árabe, se van erigiendo también espacios donde el público puede disfrutar de los talentos naturales de los Saluki, y uno de esos es su capacidad para correr a gran velocidad, que puede llegar a 75 kilómetros por hora.
 
Esa habilidad aprovechada en la caza desde tiempos antiguos, hoy es el motivo de carreras en pistas destinadas a un espectáculo que es sólo la muestra de un gran esfuerzo gubernamental, puesto que existe un centro –Arabian Saluki Centre en inglés- donde se ofrecen servicios de crianza, amaestramiento, rescate, cuidado veterinario, inscripción de pedigrí y otros para quienes tengan interés en servirse de esta raza como mascota. El director del centro sigue una tradición familiar de cinco generaciones atrás en la crianza de estos perros.
 
 
La alimentación en el centro incluye alimentos cocidos con aceite de oliva y leche endulzada con miel de dátiles, con el objeto de proporcionar al Saluki ciertos nutrientes de una dieta que resulta ancestral.
 
No se puede negar que el problema de abandono de mascotas sigue latente en Emiratos Árabes Unidos, ya que un gran número es rescatado de las calles en mal estado de salud y a menudo con signos de maltrato, o simplemente abandonados a su suerte por haber alcanzado la edad adulta, puesto que muchas familias pierden el interés en el animal que ya no es cachorro, pero no cabe duda tampoco de que la recuperación de la costumbre ancestral de la compañía del galgo saluki en la vida desértica, puede ser la puerta de entrada a la apreciación de otras razas y de los animales en general.
 

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