En Cuenca se exhibe poemas y pinturas elaboradas por niños que vivieron el holocausto de la raza judía por la demencia nazi que pretendió dominar el mundo y provocó la Segunda Guerra Mundial

 

El histórico pueblito checo de Terezín, antesala de los crematorios hitlerianos.

Una exposición de 74 dibujos y poemas en la Galería de la Alcaldía de Cuenca en estos días, pasa inadvertida, pese a la trascendencia de su significado: son trabajos de niños que estuvieron presos en el Getho checo de Terezín, en la segunda guerra mundial, cuando Hitler quiso dominar el mundo expandiendo su territorio alemán y exterminando a millones de personas, especialmente judíos.

 
En este mes de agosto –6 y 9- se cumplen 67 años de la destrucción de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki con bombas atómicas, episodios que marcaron el comienzo del fin de la conflagración mundial de 1939 a 1945, durante la cual murieron en batalla y en los campos alemanes de concentración más de 70 millones de personas.
 
Arriba, Adolfo Hitler. Abajo, cementerio de víctimas desconocidas del holocausto nazi
La exposición, auspiciada por la embajada de Israel en el Ecuador, va del 17 de julio al 5 de agosto. Es lamentable que los cuadros infantiles sean exhibidos sin una explicación, sin un catálogo y sin un nombre, más allá de que en la invitación municipal para la inauguración constaba “Dibujos y Poemas del Gheto de Terezín”.
Los trabajos corresponden a niños de entre 11 y 15 años, la mayor parte de los cuales perecieron en crematorios junto a millones de adultos, o sin poder soportar los estragos del maltrato físico y psicológico al que fueron sometidos durante el holocausto contra la raza judía.
 
Terezín, ciudad checa a 60 kilómetros de Praga, se exhibió al mundo engañosamente como un asentamiento judío modelo, pero fue una fortaleza y prisión a donde fueron más de 150 mil judíos trasladados desde Alemania, Austria, Dinamarca, Checoslovaquia y Hungría, antes de ir a los campos de exterminio de Auschwitz. Al terminar la guerra, apenas sobrevivieron más de 17 mil personas y de 15 mil niños prisioneros, alrededor de cien se mantuvieron con vida.
 
Los cuadros exhibidos muestran la inocencia infantil, con flores, paisajes, campos silvestres, animales y juegos, cielos y nubes, obras que fueron obligados a pintar para propagar al mundo la falsa imagen de las “bondades” del nazismo exterminador. En los poemas infantiles hay nostalgia, tristeza y también denuncia.
 

Algunos cuadros muestran el horror de la guerra, con aviones lanzando la destrucción desde el aire, así como reflejan la nostalgia del hogar destruido, el abandono, la tristeza, el dolor y la muerte, a pesar de que el mensaje que pretendía difundir al mundo el gobierno hitleriano era el de la sensibilidad humana en tiempos de conflagración bélica con fines de dominación del mundo.
 
 
 
Al cumplirse 67 años de la hecatombe nuclear de Hiroshima y Nagasaky, esta exposición infantil recuerda  en Cuenca el horror de aquella guerra a través de la cual Hitler, que se suicidó con su esposa al ver venir la derrota, escribió para la historia una de las páginas más desquiciadas y desgraciadas de la humanidad.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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