Por Marco Tello
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Había la seguridad del camposanto con tanto celo que era la primera vez en treinta y tres años que uno escapaba; al ser conminado a que declare sobre todo lo que al respecto conocía, dijo que nada más sabía y tampoco creía en milagros; pero informaba en descargo de la conciencia, que ha llegado a sus oídos el rumor sobre uno que anda de pueblo en pueblo resucitando muertos |
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Hubo un tiempo en que las gentes caían, como ahora, tocadas por el dedo de la muerte, pero alguien las levantaba, según dan a entender los fragmentos de un expediente hallado hace siglos en una región olvidada del desierto:
“(…) sobre la demanda de uno que pide la reinscripción de identidad, este Consejo notifica al médico Josué de (…), para que se (…) y declare:
1. Que diga si asistió a uno llamado (…) hasta el fallecimiento.
2. Que diga si certificó la muerte del nombrado.
3. Que, si fueren afirmativas las respuestas, diga cómo constató que estuvo muerto.
Fe de presentación: el médico Josué, natural de Siquem, compareció ante este Consejo y, luego de ser debidamente juramentado, respondió en forma afirmativa a la primera pregunta, citando entre los testigos a las hermanas del difunto, llamadas Marta y (…); fue igualmente afirmativa la respuesta a la segunda pregunta; en cuanto a la tercera, declaró que le tomó el pulso y aplicó el oído en la región cardiaca y luego confrontó la rigidez cadavérica con las pruebas de la vela y del espejo; y añadió que por el estado de avanzada purulencia que presentaba el cuerpo ordenó la inmediata inhumación, sin flautas ni alboroto”. (…)
“(…) resolver sobre la demanda de uno que pide la (…) de identidad, este Consejo notifica al sepulturero Jacob de Gadara, para que se presente y (…):
1. Que diga la razón y el tiempo de su desempeño.
2. Que diga si es verdad que en la cueva mayor fue sepultado uno (…).
3. Que diga si es verdad que la tumba fue clausurada y bien sellada.
4. Que, si fueren afirmativas las respuestas, explique cómo, pues, la cueva estaba vacía cuatro días después de la inhumación, y que exponga lo que sabe al (…)
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Fe de presentación: El sepulturero (…), natural de Gadara, compareció ante este Consejo y, luego de ser debidamente juramentado, respondió a la primera pregunta diciendo que, efectivamente, es sepulturero y guardián en el camposanto, desde hace treinta y tres años, por encargo del Consejo de Ancianos, distinción a la que debe el honor de haber amortajado y (…) a los predecesores de sus señorías; a la segunda pregunta contestó manifestando que, en efecto, en la cueva mayor fue depositado el cuerpo de uno llamado Lázaro, de la aldea de Betania, distante quince estadios de (…); a la tercera pregunta, contestó que él y tres ayudantes corrieron la piedra sobre la boca del sepulcro y de inmediato procedieron a sellarla para que los malos olores no infestaran los olivares ni los campos de siembra que rodean el collado; a la cuarta pregunta respondió que cuando realizaba la inspección de rutina en su (…), se sorprendió al encontrar, cuatro días después del enterramiento, movida la gran roca sin violencia y vaciada la cueva, y en la entrada las (…) y el sudario; pero que la extrañeza fue mayor al percibir que del sepulcro se desprendía un aroma de nardo puro que perfumaba todo el valle; antes de concluir, pidió, corto ya de aliento, que en justicia los señores del Consejo consideraran que había (…) la seguridad del camposanto con tanto celo que esta era la primera vez en treinta y tres años que uno escapaba; por fin, al ser conminado a que declare sobre todo lo que al respecto conocía, dijo que nada más sabía y tampoco creía en milagros; pero que informaba al Consejo, en descargo de la conciencia, que ha llegado a sus oídos el rumor sobre uno que anda de pueblo en pueblo resucitando muertos, y que abrigaba la sospecha de que es uno con quien sus señorías compartieron un espléndido banquete en Caná, hace tres años, cuando fueron convidados a unas (…)das. |