La Casa de la Cultura Benjamín Carrión entregó la segunda edición, corregida y aumentada, de la obra poética de Jacinto Cordero Espinosa, en la colección “Poesía Junta”, que reúne la creación de los más altos exponentes de la poética en el Ecuador

Cordero Espinosa, pasado de los 85 años, está entre los poetas más representativos del país. De sus publicaciones constan Canto del Destino, Poema para el Hijo del Hombre, Despojamiento, Volviendo a los Padres, La Llamada, Alambrada, Contra el Solitario Roquedal, Juan Pablo; Elegía, Los Enigmas. Esta recopilación incluye Poesía Dispersa, producción que el poeta tenía en apuntes sin haberla hecho conocer con anterioridad.
 

Marco Antonio Rodríguez, comenta: “Cazador furtivo y solitario, predador de la palabra justa, sabio cronista de la peripecia humana, lector infatigable de nuestro camino existencial (inacabado siempre, siempre empezando), Cordero Espinosa nos ha dado una obra ahíta de raíces y razones, elementos indispensables de todo poeta que ha exterminado el tiempo.  Mediante el germen, renace sin cesar, a través de la razón perdura. Retorno a sus tiempos anteriores y vislumbre del final de nuestra contingencia humana, registro, en fin, de su eterno regreso en la lozanía de sus poemas, en la certidumbre de su valor cardinal”.
 

Para Hernán Rodríguez Castelo  “…resulta ser el más cuencano de los grandes poetas. En su poesía yace lo virgiliano, lo patriarcal, lo rural, lo religioso y lo elegíaco. Recupera todo aquello –al parecer tan antiguo y casi anticuado- y, sin desnaturalizarlo un punto, le da esa voz que nunca alcanzó plena en nuestro siglo, porque la retórica era obsoleta y el tono simplón y beatífico… Ha construido Cordero Espinosa una retórica para lo grande y lo simple”.
 

En el poema que insertamos como ejemplo se aprecia y comprende lo que comentan los críticos sobre su obra:

Amor, te pareces a la tierra

Amor, te pareces a la tierra,
de ondulantes colinas está hecho tu cuerpo,
de valles tranquilos.

Como desde una llanura con mariposas
aletea tu voz en mi alma
roza mi corazón solitario
como la dulce venda de la luz de una lámpara,
como la noche campesina
a una hoguera encendida en la montaña.

Son tus ojos dulces y asombrados
como brillantes piedrecillas
de un torrente de montaña.

Son tibias tus manos
como hechas de un río de rebaños
y tu cuerpo hermoso
como la sombra de un árbol.

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