Una dama brasileña incluyó a Quito, Cuenca y Guayaquil en la aventura turística de conocer las ciudades de mayor interés en sus viajes interminables por el mundo
La viajera brasileña con Ruth Rosales en una calle de París y abajo en Cuenca, al interior del Hotel San Juan. |
Teresinha Adamshuk Salete es una brasilera que pasa buena parte de su vida en los aviones, los barcos, los trenes o los buses. El placer de lo desconocido le induce a desafiar distancias y temores. También gusta tratar con gente cuyos rostros seguramente ya nunca más los volverá a mirar.
Pero hay excepciones: en mayo de 2009 almorzaba en un restaurante del Barrio Latino, en París, cuando le llamó la atención una pareja de comensales de una mesa próxima hablando español y se acercó a relacionarse. Luego caminaron hasta cerca de la torre Month Parnasse, donde se despidieron.
Eran dos ecuatorianos de turismo por Europa, que en el corto tiempo del encuentro accidental dijeron a Teresinha que provenían de Cuenca, ciudad patrimonio cultural de la humanidad. Ella apuntó el mail de los latinoamericanos que hablaron de una ciudad cuyo nombre nunca había escuchado.
En julio pasado Teresinha envió un mensaje de internet a Ruth Rosales: “Voy pasar a Cuenca en agosto”, decía en defectuoso español, para saludar a la amiga inesperada que, con su esposo, eran la pareja a la que Teresinha conoció en París y con quienes se presentó la oportunidad del reencuentro. El mundo es pequeño.
La amistad acortó las distancias de la geografía. Teresinha, descendiente de padre polaco y madre italiana, nació en Chapecó, pequeña ciudad de predominio indígena en la provincia brasileña de Santa Catalina. Las facciones delicadas, los ojos azules y el pelo rubio reluciente recuerdan su origen europeo.
Puerto noruego de Bergen. Estas casas fueron declaradas patrimonio cultural de la humanidad. |
Ella cursó estudios de Derecho en Curitiba, capital de provincia, para desempeñarse por 30 años como Jueza de Justicia Laboral, por concurso de méritos. Se casó y su matrimonio duró 15 años, cuando enviudó, convertida en madre de dos hijos, que ya le han dado nietos.
Su vocación de viajera la descubrió temprano, cuando recorrió con la familia por su extenso país, hasta que fue expandiendo la mira hacia otros horizontes. Ahora buena parte de su vida la pasa en diversos países del mundo, recorriendo siempre sola: “la curiosidad, el placer de lo desconocido son las únicas causas para viajar”, comenta la señora viuda, jubilada y abuela, en cuyo rostro no ha hecho aún mella el paso del tiempo. Aparte de captar cada día decenas de fotografías de los sitios por los que pasa, nada más le interesa, ni piensa escribir historias o notas de viajera.
Para facilitar sus proyectos de turismo, se ha visto precisada a aprender varios idiomas: habla bastante bien, además del idioma natal que lo domina, el castellano, el inglés, el italiano y el francés.
Cada viaje es una experiencia única. Los lugares, como las personas que conoce, son irrepetibles. A modo de anécdota, cuenta que una vez en Italia, cuando aún no hablaba el idioma de ese país, buscaba con hambre un sitio para comer. Entonces mediante gestos y señas trató de hacerse entender de un joven en la calle y éste, sin comprender lo que realmente quería, le obsequió un dólar. “Qué gracia, me dio una limosna y se la devolví”, comenta riendo.
Atardecer sobre la ciudad de Cartagena, Colombia. | |
Hermosos parajes de reservas de agua en el desierto Lencois Maranhenses, en el estado de Marañón, al noreste de Brasil. |
La computadora portátil que lleva guarda miles de fotos captadas en sus viajes. “Alguna vez tendré que dedicarme a organizarlas clasificándolas por países y ciudades”, dice, mientras muestra a la amiga ecuatoriana Ruth los paisajes, edificios, monumentos y novedades de cada rincón del mundo donde ha pasado.
A mediados de agosto visitó Quito, Cuenca y Guayaquil. “Vine a Cuenca al saber que es patrimonio cultural de la humanidad y me ha gustado mucho”, comenta la viajera, que confiesa que solo recorriendo se conoce cómo son verdaderamente los pueblos del mundo. La amiga cuencana le guió por las calles, templos y sitios turísticos y culturales de Cuenca. También por la zona de El Cajas.
La imagen que se llevó del Ecuador es mejor de la que tenía antes de estar en él y cree que Quito “es la reina de las ciudades con centro histórico colonial que he visto”.
De Ecuador pasó a Cartagena en Colombia y en su plan está recorrer dos o tres meses Estados Unidos de Norte América, antes de una temporada de descanso en su Brasil, mientras planifica nuevas aventuras turísticas guiada por la internet, el sexto sentido y el clima de los diversos países del mundo. Las fotos captadas por ella que acompañan esta nota son una ligera muestra de sus viajes.
Teresinha a orillas del río Tomebamba, en Cuenca, junto al sitio patrimonial del Barranco. |