Universidades del Ecuador e Italia emprenden investigaciones sobre la curación de enfermedades con sustancias extraídas de plantas medicinales utilizadas por los indígenas de Saraguro

 
El buscador de hierbas en el ritual de pedir permiso a la Naturaleza para hollar sus dominios  

Entre la experiencia natural y la magia, los indígenas saraguros, en la provincia de Loja, preservan la sabiduría de sus mayores en el ejercicio de la medicina. Ellos saben de hierbas curativas y los hampillachac son médicos aborígenes que conocen el secreto de los montes del cerro para combatir las dolencias.

Los entendidos en la medicina tienen sus nombres: hampiyachac es el informante; kakuyhampiyachac es el sobador de músculos y huesos; wachakhampiyachac es la partera.

El visionario es un sabio que heredó potencialidades que le permiten prever el futuro y el destino. Está en la más alta jerarquía de los curanderos o sanadores comunitarios y de los hierbateros, pues preside los rituales de sanación y es personaje al que reconocen autoridad las comunidades.

Miguel Andrade, investigador científico del Instituto de Química Aplicada de la Universidad Técnica Particular de Loja, ingeniero, con una maestría en la Universidad italiana de Pavía y próximo a doctorarse, está dedicado a recuperar el conocimiento ancestral de su etnia en el campo de la biodiversidad medicinal, para darle una valoración científica.

Por ser miembro de la comunidad indígena de Saraguro, tiene acceso a informantes experimentados de sesenta a ochenta años, acaso los últimos capaces de dar cuenta de los conocimientos medicinales ancestrales de esta etnia milenaria del sur ecuatoriano.

No solamente investiga, sino que da crédito a lo que escucha, pues además ha experimentado en familiares próximos o en extraños el resultado de la aplicación de las plantas medicinales, de los rituales de limpia y sanaciones y del acierto de los visionarios.

 
  Miguel Andrade, indígena saraguro, investigador científico del Instituto de Química Aplicada de la UTPL, en los predios universitarios

Sabe de un hombre al que un visionario le vaticinó el futuro en un ritual que incluía ingerir la infusión de sanpedrillo y huaminga, plantas emblemáticas de la medicina saragureña. El personaje vio “como en la televisión” lo que le esperaba: la prosperidad en el negocio, muchos amores, la caída de la fortuna y el retorno a la pobreza, la depresión y la ruina. En la visión llevaba un sombrero de vidrio que le cubría hasta las orejas y que se despedazó cayendo al suelo, cuya interpretación se comprendería años después: el hombre se había vuelto alcohólico y lo último que perdió fue la inteligencia, representada por aquella prenda de vidrio.

También conoce de quienes recuperaron la salud ingiriendo medicinas ancestrales. Hay enfermedades visibles tratadas por los hierbateros con plantas cultivadas, que no son del medio, como las malvas, el toronjil, la manzanilla, el escancel, la borraja o el geranio, que sirven para las gripes, las alergias, la fiebre o los problemas gástricos. La uñacushma cura del hígado y los riñones. La tos y el resfrió se curan con el poleo; el paico elimina los cálculos del hígado, del páncreas o los riñones. Los visionarios utilizan plantas silvestres para enfermedades llamadas sobrenaturales, como las depresiones y complicaciones de origen psíquico.

 
  Manuel Asunción Shunaula, Yachag Visionario, con los frascos de hiervas medicinales.

Entre las plantas silvestres son afamadas por sus poderes curativos y hasta para la previsión del futuro, el huantug (floripondio) y la huaminga. Esta última está bajo estudio para probar si tiene poderes curativos del alzheimer, la pérdida de la memoria. Actualmente Chabaco Armijos, investigador de la Universidad Técnica Particular de Loja, realiza pruebas de laboratorio para aislar las sustancias de esta planta y probar entre ellas la presencia de la upersina A, utilizada en el tratamiento del alzheimer. Su investigación  está coordinada con la Universidad de Pavía, en Italia, donde prepara un doctorado.

En cerros de más de 3.800 metros sobre el nivel del mar se encuentra la huaminga y de siete especies encontradas, en todas se ha comprobado la presencia de alcaloides. La recolección de los montes es una ceremonia con rituales que se remontan a tiempos inmemoriales y que se los cumple con rigor y respeto.

María Aurelia Quishpe, partera ancestral, dialoga con el investigador sobre sus conocimientos.
Un aborigen de Saraguro con la planta medicinal emblemática de Huaminga

El visionario se reúne con los que le acompañan a buscar las plantas, para coordinar el trabajo. Luego pide perdón a la naturaleza para hollar sus predios, lanzando sustancias recogidas en la boca para esparcirlas por el aire. Las plantas son guardadas en recipientes, generalmente botellas, para protegerlas con cuidado.

Andrade, el investigador de la Universidad Técnica Particular de Loja, informa que de 183 plantas clasificadas, 75  son utilizadas para dolencias vinculadas con los nervios, resfríos, infecciones, fiebre, hígado y riñones. De esas plantas clasificadas 78 se cultivan en huertos y las demás son silvestres.

La investigación, que incluyó 11 salidas al campo, generó una base de datos e información de la medicina tradicional de los Saraguros, parte de una estrategia de conservación y uso de la biodiversidad medicinal, para crear conciencia sobre su valor y generar oportunidades de crecimiento científico, tecnológico y desarrollo económico para mejorar el nivel de vida. La UTPL ha involucrado a indígenas profesionales en la investigación para retroalimentar el resultado hacia la comunidad.

La medicina ancestral, aunque va en mengua frente a la científica, forma parte del acervo cultural de una de las etnias que pueblan el sur ecuatoriano y las investigaciones en marcha aportarán a su preservación

 

Suscríbase

Suscríbase y reciba nuestras ediciones impresas en su oficina o domicilio llamando al 0984559424

Publicidad

Promocione su empresa en nuestras ediciones impresas llamando al 0999296233