La planta potabilizadora de El Cebollar, concebida en 1947, empezó a satisfacer la sed de los cuencanos hace sesenta años, en 1951

 

 

 
 
  Arriba, el parque central de Cuenca con la pileta al centro, que proveía de agua para el consumo humano hasta los primeros años del siglo XX. Abajo, una vista parcial  de la planta de El Cebollar, que cumple 60 años.
El 3 de noviembre de 1951 el Alcalde de Cuenca, Enrique Arízaga Toral, colocó una placa en uno de los edificios de la planta de El Cebollar:  “Se construyeron estas obras para el suministro de agua potable proyectadas por el ingeniero don Richard Muller y comenzadas por el alcalde don Luis Moreno Mora”, decía el texto.
 
La placa, puesta en las postrimerías de la gestión del señor Arízaga, es un referente para fijar esa fecha como el inicio de la operación de la planta de agua potable más antigua en funcionamiento en la ciudad, pero en realidad las instalaciones de esta obra entraron progresivamente en servicio desde años anteriores.
 
En todo caso, los 60 años de la colocación de esa placa propician recordar la historia del agua tratada para los cuencanos, preocupación municipal de toda la vida de la ciudad, pero que desde el inicio del siglo XX se lo abordó con criterios técnicos basados en experiencias y conocimientos desarrollados en otras ciudades del país y del exterior.   
 
A inicios del siglo XX el tema ya era abordado con criterios de modernidad y uno de los pioneros sería Antonio Vega Muñoz, militar conservador muerto en 1906 en las luchas revolucionarias de Eloy Alfaro. El personaje habría sido “empresario  de la provisión del agua” según referencia de los cabildos de 1914, cuando se alude a la posibilidad de buscar un entendimiento con sus herederos, para la adquisición de los tubos de hierro de su propiedad.
 
  Placa colocada en la planta de El Cebollar el 3 de noviembre de 1951.
  Placa colocada en la planta de El Cebollar el 3 de noviembre de 1951.
El 12 de diciembre de 1924 la Municipalidad convocó la licitación “para la provisión de agua potable y canalización de la ciudad”, en un aviso aparecido en El Mercurio, diario fundado apenas el 22 de octubre de ese año. Los estudios técnicos y planos los había preparado Guillermo Schoeter, técnico alemán que años antes realizó un trabajo similar para Quito. 
 
Schoeter había firmado en 1909 el contrato para la construcción de la primera planta de agua potable de Quito. En Cuenca no se andaba con mayor retraso en la planificación de las obras de agua potable y seguramente los proyectos capitalinos habrían incidido en interesar a la Municipalidad local por tales temas. En 1906 el Presidente Eloy Alfaro expidió un decreto supremo declarando al agua potable, canalización y pavimentación obras nacionales y de beneficencia, dando lugar a la creación de la Junta de Agua Potable y Canalización de Quito.
 
  Trabajos de construcción de uno de los tanques de agua del sistema más antiguo en operación hasta el presente.
  Trabajos de construcción de uno de los tanques de agua del sistema más antiguo en operación hasta el presente.
En 1927 el Presidente del Concejo de Cuenca, Andrés F. Córdova, consiguió 50 mil sucres del gobierno de Isidro Ayora para impulsar el proyecto de agua y alcantarillado, cuya planta se construía en la colina de Cullca, hasta donde llegarían las tuberías conduciendo las aguas del río Sayausí. En 1930 empezó a operar la planta, pero la tubería de cinco pulgadas no tenía presión suficiente para que el líquido llegara a los barrios, despertando reclamos. 
 
La escasez del agua era un grave problema de la ciudad. En 1935 Gonzalo Cordero Crespo, Presidente del Concejo, acompañado por Andrés F. Córdova, entonces ya ex Presidente de la República, acudió ante el Presidente Velasco Ibarra para pedir apoyo a los planes de agua y alcantarillado. El Ministro de Hacienda, Carlos Arízaga Toral, como buen cuencano, facilitó los trámites y pagó 376 mil sucres para adquirir 9.400 metros de tubería de 10 pulgadas para reemplazar a la de cinco que resultaba estrecha.
 
En agosto de ese mismo año Velasco Ibarra fue depuesto por los militares y los planes municipales sufrieron retraso, pues la tubería se hallaba en la aduana de Guayaquil pero no había recursos para el transporte. Al año siguiente, el Presidente municipal Miguel Heredia Crespo consiguió un decreto del Presidente Federico Páez, autorizando la emisión de tres millones de sucres en bonos, para obras de agua, alcantarillado y pavimentación de calles y avenidas de Cuenca, entre ellas la Solano. Además, comprometía el transporte de la tubería por cuenta del gobierno.
 
Para colocar los bonos la Municipalidad hipotecó a favor del Banco del Azuay la planta eléctrica, el mercado Nueve de Octubre y las casas y sitios de su propiedad, así como las rentas de 50 centavos por litro de aguardiente consumido en el cantón y el impuesto predial urbano. La obra de agua avanzó con celeridad y en abril de 1937 la administración de Antonio Borrero Vega concluyó la instalación. Un informe de esta autoridad municipal apuntaba: “El volumen que antes, con la tubería de cinco pulgadas, era solamente de 18 litros por segundo y apenas podía abastecer para la cuarta parte de la ciudad de Cuenca, fue aumentado a 55 litros por segundo. El tanque de Cull-ca, que durante largo tiempo no había sido llenado, rebasó con el precioso líquido, teniendo aun que cerrarse varias vueltas de la llave del tanque de provisión para evitar el rebasamiento. Desde entonces el nuevo servicio de agua potable no deja nada que desear y la población goza plenamente de este importante beneficio para la salud pública”.
 
El optimismo duraría poco, pues la expansión urbana y el aumento poblacional superaban las proyecciones de la planta de Cullca. El 3 de noviembre de 1941 el Presidente municipal Luis Guillermo Peña, advertía la proximidad de una crisis porque la planta no abastecía la demanda y porque “junto a la resistencia inverosímil para pagar mínimas sumas de dinero por el consumo de agua, está el atributo grosero contra el poder Municipal, en las personas que lo representan. Mientras tanto, junto a la carencia absoluta de dinero de reserva que pudiera auxiliar la solución del problema, está la resistencia tenaz, en veces amenazadora, contra una reforma de la ordenanza que pudiera contemplar con oportunidad asunto de tanta magnitud, esencialmente económico-financiero. Recójase este anuncio, porque es oportuno todavía, y los hombres de la técnica hagan cálculos y pongan bases que evitarán una situación catastrófica sin agua en la ciudad”.
 
En 1945 Luis Moreno Mora, el primer Alcalde de Cuenca, denuncia la gravedad del problema del agua y empieza por criticar a su antecesor, Joaquín Moscoso Dávila, por contratar la instalación – “imprudente y onerosa”, decía- de una planta telefónica automática, cuya necesidad ponía en duda. Sin embargo, Moreno Mora impulsa los planes de agua con una visión de largo alcance y en su administración se adquiere los terrenos de El Cebollar, donde estará la nueva planta con capacidad de producir 500 litros de agua por segundo, para atender a una población cinco veces mayor a la presente. “Es una obra para muchas generaciones”, aseveraba.
 
La administración de Moreno Mora marcaría un hito en los planes de modernización de la ciudad, a partir del Plan Regulador contratado con el técnico Richard Muller, trabajo criticado por la opinión pública. “El misoneísmo y los eternos intereses creados trataron de obstaculizar este plan, tan usado en todo pueblo moderno, que significa la inteligencia previsiva y ordenadora del poder público, que ha de orientar y encauzar las fuerzas de expansión, progreso y desarrollo en bien de la misma sociedad”, fue su respuesta.
 
El ingeniero Muller planificó la nueva planta de agua El Cebollar con previsión hasta 1972, para 90.712 habitantes de Cuenca. Fue el arranque de una visión nueva con proyectos de agua asentados en bases técnicas y científicas. La ciudad había crecido y en febrero de 1948 la Municipalidad, presidida por Enrique Arízaga Toral, creó la Empresa de Luz, Agua y Teléfonos (EMLAT), para abordar en forma especializada cada uno de estos servicios.
 
El 24de septiembre de 1951 se contrata la construcción del edificio de filtros rápidos para el sistema de agua potable de El Cebollar, dentro del programa Cooperativo de Salud y Saneamiento Nro. ECUA-2-A-C, en el que participan la Municipalidad, el Ministerio de Previsión Social y el Institute of Inter.American Affairs-División de Salud, agencia del gobierno de los Estados Unidos.
El documento señala: “El nuevo sistema de agua potable de la ciudad de Cuenca, que está siendo construido por el Concejo, abastece a toda la población en forma conveniente, a través de su moderna planta, compuesta de un sistema de aireadores, cámaras de coagulación, tanques de sedimentación y de un sistema de clorinación; planta que carece de los filtros rápidos, indispensables para el mejoramiento de las condiciones físicas y bacteriológicas del agua”.
 
El Alcalde Arízaga Toral, al finalizar su gestión de cuatro años, el 1 de diciembre de 1951, señalaba en su informe: “Considerando la necesidad de garantizar la verdadera potabilidad del agua era indispensable, de acuerdo con el proyecto del ingeniero Richard Muller, instalar cuanto antes los filtros de presión. La alcaldía después de largas y renovadas gestiones ante el Servicio Cooperativo de la Salud y el Gobierno Central, obtuvo la colaboración de dicho servicio, el cual mediante el contrato firmado hace pocas semanas asegura a la Municipalidad la construcción del edificio de cemento armado que debe levantarse en la colina de El Cebollar para los filtros de presión con un costo calculado en dos millones ciento cuarenta y ocho mil sucres que invertirá sin retribución el Servicio Cooperativo durante los años 1952 y 1953, con lo que queda asegurada la ayuda económica y la dirección técnica para este sistema de filtros aún no ensayados en el Ecuador pero que responderá a las exigencias de la técnica más moderna”.
 
En 1954, en la administración del Alcalde Severo Espinosa Valdivieso, la Municipalidad separa las gestiones de Agua y Teléfonos (lo concerniente a luz había pasado al INECEL) y deroga la ordenanza de creación de EMLAT. El 2 de enero de 1968, cuando el agua potable, la canalización y los teléfonos son actividades que han alcanzado alto desarrollo, nace la empresa municipal ETAPA, a partir de la cual cada uno de esos rubros se abordará con criterios especializados hasta alcanzar los niveles de expansión del presente, con nuevas plantas de agua y la irrupción de las telecomunicaciones con liderazgo a nivel nacional.
 
De la primitiva pileta en la plaza central, instalada en 1775, a la producción de millones de litros cúbicos diarios de agua en las plantas de El Cebollar, Tixán y Sústag, es el recorrido del agua tratada como servicio público para dar salud y vida a los habitantes de la ciudad bautizada antes de la fundación como Santa Ana de las Aguas, hoy Patrimonio Cultural de la Humanidad.
 

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