Los fanáticos de las peleas de gallos se cuentan por cientos de miles en el Ecuador y consideran que esta afición forma parte de la cultura popular imposible de erradicar de los pueblos
Los gallos €“al igual que los toros- estos días son personajes elevados a categorías políticas con motivo de la pregunta número 8 de la consulta propuesta por el Gobierno Nacional. ¿Está usted de acuerdo que en el cantón de su domicilio se prohíban los espectáculos que tengan como finalidad dar muerte al animal?
Más de 1.200 coliseos para pelea de gallos funcionan en el Ecuador y los aficionados €“apasionados- por este deporte son más de cuatrocientos mil, asegura Galo Andrade, dirigente del Club Los Espolones, uno de los más populares de la especialidad en Cuenca.
Aunque el Presidente de la República ha explicado que no se pretende impedir que se continúen practicando las peleas, quienes semana a semana se reúnen para llevarlas a cabo, no quieren ponerlas en riesgo y han decidido votar No. "Y la palabra de gallero se cumple", dice, aludiendo al grito de voz que obliga el pago de quienes pierden las apuestas.
Andrade además es criador de gallos de pelea. Su afición es completa, herencia del abuelo Antonio Orellana, con quien iba a presenciar en la infancia las peleas de las aves, aprendió a estimular a las de su preferencia y también los rituales de toda una tradición gallera implantada en los pueblos de América cuando llegaron los españoles.
La gallera Los Espolones funcionaba hasta hace poco en la avenida Las Américas, hacia el noroccidente de la ciudad, pero debido al crecimiento de los aficionados y los problemas de estacionamiento, se lo ha trasladado al barrio El Rosal, en la zona de Patamarca, donde el coliseo tiene capacidad para 800 personas que, generalmente, asisten cada vez que se han planificado los combates.
"Los gallos de pelea nacieron para pelear. Su instinto los lleva a competir a muerte con sus rivales y desde cuando son pollos empiezan a luchar entre sí. Los galleros no perseguimos la muerte de las aves, sino que las entrenamos para que sus peleas se inscriban en reglamentaciones deportivas: siempre se arman los combates entre animales de igual peso y tamaño", comenta.
Los coliseos, los sitios de entrenamiento, las jaulas y las actividades afines a la pelea de gallos son parte de todo un ritual que siguen los aficionados. |
Cada pelea demora 12 minutos y un jurado determina al ganador sujetándose a normas aceptadas por los dueños de las aves y los responsables del Club, cuyos accionistas son 43. En Los Espolones los accionistas tienen el tope de 80 dólares de apuesta por pelea, pero el público es libre de sobrepasar esa cantidad. Cuando un gallo se rinde clava el pico en el suelo y termina el combate. Son más los casos en que vive que muere un contendor, aunque es frecuente que acaben sangrando, tuertos y desplumados.
Los gallos son entrenados con cuidadosa dedicación por sus dueños. Reciben alimentación balanceada, medicinas, antibióticos. Para lanzarlos a la cancha se los calza espuelas, que las hay de fibra plástica o de hueso de pescado. Las primeras cuestan alrededor de 10 dólares, las otras hasta 200.
Aparte del deporte en sí, las peleas de gallos generan actividades que significan un importante movimiento económico para quienes venden los productos relacionados, para los criadores de las aves, los veterinarios, los que expenden medicinas o fabrican maletas en las que se las transporta hasta los sitios de lucha y luego a los criaderos.
El 21 de este mes Cuenca será por primera vez sede de una cita internacional de galleros, en una competencia que reunirá a centenares de aficionados de países de América que han confirmado la asistencia. En dos días, están previstas 140 peleas como no se han visto nunca en Cuenca y quizá en el Ecuador, afirma el dirigente gallero responsable de planificar para que el evento sea un éxito.
La consulta popular, a través de la pregunta 8, ha impuesto un ingrediente político a la cultura popular de los gallos €“al igual que el toreo-, pudiendo ser un elemento de peso en las decisiones afirmativas o negativas de los sufragantes, no solo en el tema de las peleas avícolas y taurinas, pues el electorado parece no discriminar su voluntad entre el Sí o el No por cada pregunta, sino en forma global y "de un solo toque".