Por Alba Luz Mora

 

Alba Luz Mora
El asunto de fondo es si se debería confiar en sus contenidos y que se constituya en una práctica diplomática profesional recurrir a ellos   para construir las relaciones internacionales entre los estados y resolver favorablemente un conflicto con otro país, pues de por medio está la dudosa autenticidad de los mensajes entregados en forma subrepticia

El mundo virtual es la mejor herramienta de comunicación de esta era. Permite instantáneamente llegar con un mensaje a cualquier parte del mundo y también llevar nuestra voz a los seres con quienes nos urge comunicarnos. A la altura del año 2011 quienes quieran crear su propia red de mensajes pueden hacerlo y ofrecernos programas nuevos y muy personales, como Facebook, Twitter, Skape, que inclusive transmite nuestra imagen y voz   a quien deseemos llegar.
Pero el suceso protagonizado por el "hacker" australiano Julián Assange es singular e irrepetible. Al crear la agencia informativa WikiLeaks.org y penetrar en los sistemas de la telefónica Nortel y los archivos oficiales, ha conseguido difundir masivamente miles de correos secretos del Departamento de Estado de Washington y del Pentágono de USA de tinte político internacional, a cuyos contenidos se puede acceder. Mas lo importante de dichos comunicados es que son nada menos que los cables secretos cruzados entre los diplomáticos acreditados en el mundo y el Departamento de Estado de Washington o los acreditados por otros gobiernos sobre las políticas internacionales y los personajes políticos del mundo, cuyas informaciones son las más delicadas y conflictivas.
Wikileaks es una agencia que está servida por miles de hackers que con

sus finas operaciones logran romper códigos cifrados y se introducen en las operaciones electrónicas secretas. Mas el asunto de fondo es si se debería confiar en sus contenidos y que se constituya en una práctica diplomática profesional recurrir a ellos   para construir las relaciones internacionales entre los estados y resolver favorablemente un conflicto con otro país, pues de por medio está la dudosa autenticidad de los mensajes entregados en forma subrepticia. En el caso de nuestras relaciones con Norteamérica, la fórmula Assange fue el detonante para pedir la salida de la Embajadora norteamericana, hecho que ha traído consigo la expulsión de nuestro Embajador en Washington y una conflictiva situación que impide la implementación de convenios comerciales con el mayor comprador que tenemos ni llegar jamás a la rubricación de aquellos que favorecerán mejor nuestro intercambio con USA.
La justificación de Assange es que lo único que le importa es "exponer las injusticias" sin que los demás convengamos en que realmente lo sean, y, lo mas importante, que todavía queda como secuela y gran tema pendiente comprobar la autenticidad de los documentos filtrados y la consideración objetiva de que no hay estado que no haya acudido a la información diplomática cuando la requiere.

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