La delincuencia gana espacios en el Ecuador y particularmente Cuenca es una de las ciudades donde excede en capacidad de operación a las instituciones encargadas de combatirla

Hace más de una década que la capital del Azuay dejó de ser la isla de paz considerada tradicional y románticamente como la mejor ciudad para vivir en el país. Los medios de comunicación han ido incrementando los espacios de crónica roja para la inevitable difusión de los robos, crímenes, asaltos y atentados contra la vida que ocurren hasta en el vecindario de los cuarteles policiales.

A la expansión urbana y el incremento poblacional no han correspondido gestiones de planificación proporcionales a la nueva realidad de una ciudad que atrae, junto con inversionistas productivos, a elementos que "complementan" el desarrollo local con acciones delictivas cada vez más especializadas.

Los organismos de seguridad creados o fortalecidos como respuesta a este conflicto social, caminan pasos atrás de las acciones delictivas. Los proyectos de escritorio y mesas redondas para debatir teorías sobre la materia van resultando estériles, mientras avanzan a pasos de carrera los infractores de la ley, los asaltantes, ladrones y criminales, por las calles y domicilios.

Las "marchas blancas" que promueven sectores públicos o particulares para denunciar este flegelo social no pasan del espectáculo multitudinario y momentáneo.

El 15 de diciembre de 2009 la Universidad de Cuenca promovió una de ellas cuando la ciudad, como ahora, era víctima indefensa del accionar del hampa. Al paso de miles de jóvenes y adultos protestando en las calles, se iban cerrando las tiendas y negocios ante el temor de que entre los participantes estuviesen ladrones que suelen aprovechar de la distracción para comter sus fechorías.

El Arzobispo de Cuenca Gerardo Cabrera y el Presidente de la Cámara de Comercio, intervinieron   para reclamar medidas contra la delincuencia. Las fotos muestran la multitudinaria concurrencia.
(Eduardo Cardoso Martínez, Ingeniero Civil y Periodista Radial es autor de las fotografías)

Algo similar se dio el 17 de febrero, luego que el día 11, el Vicepresidente de la Cámara de Comercio, Fausto Malo Heredia, fuera abatido por delincuentes que violentaron las seguridades para asesinarlo a tiros en el interior de su domicilio. En esta marcha no estuvieron las autoridades, pues más bien fue contra ellas la manifestación de reclamo por la ineficaz gestión de la Policía, del Consejo de

Seguridad y de cada uno de los organismos que le integran.

Son marchas en el propio terreno. Con ellas no se logra ahuyentar a los delincuentes, quienes parecería han logrado hacerse temer y respetar hasta en el trato. Son frecuentes los casos de asaltantes o criminales sorprendidos en delito a quienes los medios de comunicación, los jueces, policías y hasta las vÁctimas o sus familiares, califican de "supuestos" autores, pues los organismos defensores de los derechos humanos parecen atribuirlos una "supuesta" inocencia hasta que fueran condenados, si alcanzan alguna vez a serlo.

El Gobierno de la "revolución ciudadana" ha dotado de vehículos y equipos de trabajo a la Policía del país, particularmente a la de Cuenca y la región, para que mejorara su gestión de proteger a la sociedad. Pero los resultados no guardan relación con lo ocurre en la realidad cotidiana en materia de inseguridad. ¿Qué se ha logrado €“por ejemplo- en seguridad ciudadana, desde que en diciembre de 2009 el Presidente de la República entregara con pomposa ostentación un helicóptero a la policía de Cuenca? Los ladrones vuelan más rápido que ese artefacto aeronáutico.

En control de la seguridad es urgente pasar del dicho al hecho. Menos sesiones de trabajo y discusión de planes, para actuar en las calles protegiendo a los ciudadanos, a la sociedad, a los dueños de negocios, a los transeúntes, a las amas de casa. Ya ha corrido demasiada sangre y se han producido demasiadas pérdidas materiales a manos de la delincuencia "mejor" organizada que los organismos burocráticos de seguridad cuyos integrantes deberían empezar a avergonzarse de posar para los medios como en una irónica variante de las crónicas rojas de cada día.

Controlar los antecedentes de los "refugiados" o emigrantes de países vecinos que tienen puertas fronterizas abiertas, es un operativo urgente ante la inocultable realidad de encontrar involucrados en las acciones delictivas, a gente de esos orígenes, junto con prontuariados libres de culpa por no haber sido sentenciados a tiempo o por "generosidad" de los jueces.

 


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