Por Eliécer Cárdenas

 

Eliécer Cárdenas
Un porcentaje más o menos amplio del electorado que antes votaba por el Jefe de Estado y sus propuestas, hoy se ha desmarcado del rumbo de la Revolución Ciudadana por las razones que fuesen, que irían desde un rechazo al estilo de gobernar del Presidente a una repulsión a su gobierno en general

Varias son las sorpresas que depararon los resultados de la consulta y referéndum de las diez preguntas planteadas por el Presidente de la República. En primer lugar, los sectores del Gobierno y el movimiento oficialista no se esperaban que el porcentaje de los votos negativos a las preguntas de la consulta fuera tan abultado, a tal punto de que en algunas provincias y regiones el No superó al Sí, marcando un punto de inflexión en los exitosos resultados electorales a favor del Presidente y su gobierno de los anteriores comicios a partir del inicio de su mandato.


Este hecho obedece, sin duda, a que un porcentaje más o menos amplio del electorado que antes votaba por el Jefe de Estado y sus propuestas, hoy se ha desmarcado del rumbo de la Revolución Ciudadana por las razones que fuesen, que irían desde un rechazo al estilo de gobernar del Presidente a una repulsión a su gobierno en general.


Otra sorpresa fue el caudal de votos obtenido por Correa, no por su movimiento PAIS, en Guayaquil, el Guayas y en todas las provincias del Litoral, algunas de las cuales eran esquivas a la imagen del Presidente, sobre todo Guayaquil, tradicional fortín socialcristiano y luego de su hijuelo “Madera de Guerrero”. Este fenómeno sólo puede explicarse por una rápida transferencia de los votantes que daban su papeleta en las urnas por los citados partidos y movimientos, y que ahora prefirieron a PAIS. Algunos analistas señalan que se trataría de una especie de “transfusión”  populista con todo lo negativo

 

que encierra la palabra, pero para los fines pragmáticos de la Revolución Ciudadana sin duda es un triunfo, en medio de la deserción serrana de las simpatías, el que la Costa sea hoy por hoy un bastión del Presidente. Faltaría ver si estas adhesiones son durables y no se esfuman en futuros comicios.


Otra sorpresa fue la cantidad de votos nulos y blancos, que algunas agrupaciones opositoras pretenden endosarse como un supuesto triunfo del No. Algo por demás forzado, ya que el votante del No es distinto al que sufragó nulo o blanco.


En el Azuay, se ratificó la simpatía por el Presidente, aunque es cada vez más acentuada la repulsa de las clases medias al gobernante y su gobierno. Con todo, Azuay se constituye una especie de isla en el panorama regional de los votos mayoritariamente negativos al régimen en la consulta. Quizá el caudal de votantes por el Sí en el Azuay obedece a la cantidad de migrantes del Litoral y otras regiones que forman el grueso de la mano de obra laboral y subempleada de Cuenca. Es una hipótesis. El centro del país, y la provincia de Loja, fueron adversos a las propuestas gobiernistas.


En las provincias con buen porcentaje indígena, incluido el Cañar en el Austro, es indudable que las organizaciones como la CONAIE y Ecuarunari marcaron los resultados, pero también cabe suponer resentimientos locales por el supuesto abandono a esas provincias. Lecciones que deberán asimilarse.

 

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